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F R . CLAUDIO DE V IL L A R R IN 219 el deseo de amor y de cariño; después, la necesidadde un amigo. Adoptauna actitud afectiva frente a lanaturaleza. Vienen las pri­ meras desilusiones de causasmuy diversas. Lamisma insatisfacción que el alumno advierte, porque las aspiraciones estánmás allá de la realidad, pudieran ser motivo de tristeza. Y aquí encuentra los elementos para sus invenciones fantásticas. Un estado anárquico, así caracterizan los autores el tránsito de la adolescencia a la juventud, puesto que aunmomento de súbita alegría sucede una deprimente tristeza. Este estado de ánimo ad­ mite toda lavariedadposible desentimientos. Sinduda, aello con­ tribuye la actividadde la fantasía, sinembargo, diríamos quepro­ piamente hay uninflujo recíproco entre la imaginaciónyel afecto. Unafantasía, vivayfugazperorebelde, leshacehéroesanónimos deunahistoria quenohasucedidoopresuntosmártires si el gesto del ambiente fuere adverso, que también sería una compensación para sudebilidadpsíquica. Imágenes concretas, sí, deunsueñoque el jovenvive intensamente con los ojos abiertos. Ellos son los pro­ tagonistas de estas ocurrencias ilusorias. Aveces llegan a disfrutar deloshonores del triunfoaunqueúnicamenteloshechoshayandes­ filadorápidamenteporlamente. Hayenel cerebromuchas imágenes visuales y acústicas, apasionadamente sentidas, que actúan las fa­ cultades del individuo; no obstante, la obra de la fantasía no se caracteriza por la capacidadcreadora, sinopor la facilidadsimple­ mente reproductora. Estarealidadfantásticaqueellos se forjan, les impulsaaverdeunamaneradesequilibradalas cosasyensus apre­ ciaciones son jueces severos de la conducta ajena porque descono­ cen el valor de las circunstancias que modifican la moralidad de un acto. Ciertamente no son jueces ecuánimes. Basta el contacto conlapropia intimidad, dondeel educandoestáabstraído, paraque el joven adquiera conciencia de sí mismo y vaya reafirmándose la personalidad del hombre futuro, como un ser diferente de los de­ más, individual. Comprobamos el hecho de la introversión enel joven y el ado­ lescente que ya sería un argumento en favor del método audio­ visual; sinembargo, nohemos señaladolainfluenciaquelafantasía y el sentimiento ejercen en lamentalidad del estudiante. Al joven y también al adolescente les atrae fuertemente la sensibilidad in­ terna. Hacia el mundo del propio «yo» van arrastrados por la to­ nalidad afectiva de las imágenes. Sólo el joven logra superar lige­ ramente este subjetivismo que inicialmente sorprendemos ya en la psicología del púber, pero la visión de la realidad tampoco es ob­ jetiva. Venel mundo a través del sentimiento. Aprendenuolvidan como les dicta el afecto. Y esta afirmación no sólo se refiere al

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