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2 1 8 V A LO R A C IO N DEL O B JE TO ... lescencia y en la juventud, pero nosotros señalaremos únicamente aquellos aspectos que se refieren al tema que ahora tratamos. Ha­ blaremos simultáneamente deunoyotroperíodo. Como nota preliminar sería conveniente subrayar que estamos en un período de realizaciones, ya que en este momento de plena eferverscenciapsico-físicaseafirmandefinitivamente lasdiferencias tipológicas. Quizáel hallazgomás feliz sealaevolucióníntegrade la inteligencia, pues lapresenciade ladudaconcarácter de inquietud o ciertapreocupaciónmetafísica que se despierta enel adolescente le obliga a asentar sus creencias sobre valores fijos e inmutables. Luego el tiempo perfeccionará esa fuerza fluctuante de captación que percibe la forma abstracta enel objeto sensible. Llegamos, por tanto, auna fase de relaciones lógicas, donde el entendimiento ad­ quiere plena autonomía respecto de la realidad. Entonces la inte­ ligencia coordina los datos del conocimiento en un sistema lógico de ideas, formando estructuras más omenos complejas, busca los valores eternos de las cosas. Lonecesario, lo formal es el objeto de la mente; sin duda, una manifestación más perfecta de ese afán dialécticoque imperfectamente apuntabaenel ocasode lapubertad yenlos albores de laadolescencia. Igualmente admirael muchacho a los personajes de la historia, como encarnación de estos valores. Sin embargo, sólo en los últimos años de la juventud aparece una inclinacióndefinida a las tareas exclusivamente especulativas. Tanto la percepción auditiva como visual han llegado al punto límite de su crecimiento. Tal vez un sentimiento de inferioridad despierte enel joven la ambiciónde ciencia, de trabajo, undesor­ denado movimiento de todas las energías vitales que tiene el fin concreto de alcanzar una meta ideal. Así el espíritu se abre a las influencias del mundo exterior con la pretensión de enriquecer el propio «yo», para dar luego, conuna labor de asociación, a laper­ sonalidad unos contornos indefinidos de grandeza que únicamente la realidaddel tiempo y del espacio le descubrirán. Tal es el ardor que el estudiante pone en aproximarse a la meta, que inevitable­ mente le sobrecoge la desilusión o la melancolía, pues las aspira­ ciones vanmás allá de donde llegan las fuerzas, ya que la conse­ cución de un objetivo no podrá ser un esporádico esfuerzo de la voluntad. Y entramos enel mundo del sentimiento, unmundo complejo y difícil, porque el educando experimenta ensí mismo el choque vio­ lentodetendenciascontrarias, exageradoahoraporel ejerciciocons­ tante de lareflexión. Aquí, encerradaenlos reducidos contornos del propio«yo», viveprisioneralaatencióndelmuchacho. Asolasconsigo mismo siente luego una sensación espantosa de soledad que aviva

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