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FR. FELICIANO DE VENTOSA 189 de las necesidades humanas más urgentes, de orden ético-biológico, yel polo religioso, por el lado de lasmás urgentes necesidades hu­ manas correspondientes a la vida del alma» (14). El hombre que sabía el camino misterioso de la vida del alma y sobre todopodía señalarlo a los demás, recibía enaquellas viejas culturas el nombre de «sabio». Recuérdense los libros sapienciales bíblicos, la sabiduría india, persa, babilónica, egipcia. Siempre la misma temática ideológica y el mismo acuciante deseo de solución que tansóloel sabio conoce. La temática era indefectiblemente so- teriológica. De la India ha escrito J. Maritain: «Ella ha concebido siempre a la ciencia como una sabiduría de liberación y de sal­ vación. Y hasta tal punto es esto verdadero que sus mismas espe­ culaciones metafísicas nunca han llegado por entero a un modo puramente especulativo, encerradas como estaban en una ciencia práctica de la perfección y de la santidad» (15). Lo mismo cabe decirdecuantosehallamado «sabiduría antigua». Ladiferenciaen­ tre la sabiduría de aquellos diversos pueblos está en los medios que seleccionan para lograr la salvación. Y será precisamente mi­ sión propia del sabio indio, persa, chino, el señalar el peculiar atajo que sus respectivos pueblos han de seguir para la con­ secución del fin soteriológico, implicado en toda vida humana. Se­ ñalar esto más detenidamente se hace en la Historia de las Re­ ligiones; bástenos ahora dejar bien subrayado cómo en estas culturas primitivas predomina la ideadel «sabio», no encuanto fi­ lósofoqueescrudiñael principio «arché» delascosas, sinoencuanto vidente y mostrador del camino misterioso por el que se salva lo mejor quehay ennosotros: el espíritu. El teólogoM. Schmaus con­ trapone en el limen de su tratado sobre la gracia sobrenatural la doctrina cristiana de nuestra salvación por Cristo a la con­ cepción de las viejas culturas de que venimos hablando. En unas, dice éste teólogo, todavía se siente el hálito primero de la huma­ nidadque ruega aDios enplegaria, vivificadapor unsentido reli­ gioso de dependencia. Tal en Babilonia. En otras, la salvación es obra del esfuerzo personal: de sentido negativo en la cultura pan- teístade la India, enlaquepor lavíasilente del «no hacer» seal­ canzaba la inmersión enel nirvana, o de signopositivo, en la cul- (14) Humanismo Integral. Trad. de A. Mendizábal. 3 ed., Santiago de Chile. 1947, p. 108. (15) Ciencia y Sabiduría..., p. 30.

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