PS_NyG_1957v004n007p0181_0205

F R . F E L IC IA N O DE V E N T O S A 203 sóloseaparcialmente sudefiniciónde filosofía; «Estehombre con­ creto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes filósofos». Lás­ tima que este ácrata intelectual y demás afiliados al existencialis- mo hayan renunciado a iluminar este camino de sabiduría con la mejor de todas: la sabiduría cristiana. CONCLUSIONES Ahora ya podemos retornar al status quaestionis, planteado por las palabras liminares del P. Dezza. Através del estudiohemos po­ dido advertir el entrecruzamiento que históricamente ha tenido lu­ gar entre S a b id u r ía y F i l o s o f í a . Y cómo estos dos saberes, centra­ dos enuna civilizacióncristiana, no solamente nohansido contra­ dictorios sinoquemutuamente sehancompletado, llegando acons­ tituir lo que en el lenguaje agustino-franciscano se ha llamado S a p i e n c i a C r i s t i a n a . Dentro de esta civilización cristiana no puede darseauténtica sabiduría, si éstanohincasupieenel terrenohuma­ nodelafilosofía. Del peligrocontrarionoshablanbienaltoteologis- mos extemporáneos y anacrónicos, lacra endémica de ciertos me­ dios culturales a nuestra vera. Menos aún cabe una filosofía ce­ rradayplenamente autónoma, encuyo seno lucha la contradicción conmás denuedo que lo hicieron los dos mellizos bíblicos. Contra­ dicciónpatente, pues queriendo ser la filosofíapor definiciónypor consigna histórica «patencia de los grantes enigmas del hombre y del mundo», en su necia cerrazón y autosuficiencia se condena a ignorar los principales. ¿Es que cabe una respuesta al dilacerante problema del dolor en una pura filosofía? ¿Qué nos dice ésta del tremendo enigma de la historia en su desarrollo? S i hasta para problemas particulares como la cuestión social, la educación, los Papas reiteradamente nos dicen que hay dos luces, la revelacióny la razón, las que iluminanunúnicoproblema, ensí mismo inescin- dible, ¿por qué entonces en virtud de no sé qué abstraccionismo, vacuo e insincero, se separa lo que Dios ha unido, razón y fe, fi­ losofíayteología, quesolamente aunadas puedendarnos lailumina­ ción que más necesitamos, la de los problemas últimos? Y no se arguya una vez más con la resobada objecciónde que nohay que confundir filosofía con teología, razóncon fe. Volvemos adecir que son dos luces-, pero dos luces que iluminanunúnico problema: El PROBLEMA DE LA SALVACION DEFINITIVA DEL HOMBRE, DE SU DESTINO ETERNO. J. Maritain mantuvo contra eminentes tomistas una polémica famosasobreel valordelaéticanatural ysusubordinaciónalateo-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz