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202 SA B ID U R IA Y F IL O S O F IA .. dor (35). Losotros sonlosadoradoresdel becerrodeoro, sehalleen­ tronizadopor el látigodel soviet oporel imperiodel dólar. Unos y otros puedenrepetir los satánicos dichos deKirillov, una de las creaciones de Dostoiewski en sunovela Demonios : «Si Dios existe, todo depende de él; y nada puedo yo fuera de suvoluntad. Si noexiste tododependedemí ymeveoforzadoafirmarmi inde­ pendencia... Hebuscadodurante tres años el atributodemi divini­ dad; y lo he encontrado. El atributo de mi divinidad es mi inde­ pendencia, es todoaquellopor loquepuedomostrar ensumás alto gradomi insubordinación, mi nuevayterrible libertad; pues estaes terrible. Memataréparaafirmarmi insubordinación, mi nuevayte­ rrible libertad». Después deestasíntesismás quesomeradedesarrollode la filo­ sofía en Occidente, con justicia podemos preguntar: ¿hay funda­ mento para decir que la filosofía ha sido en gran parte un pro­ cesoparaqueel hombre sientamenos lanostalgiadeDios? PíoXII reiteradamente se ha dirigido a los hombres de la técnica para tratar de libertarles de su falsa ilusión de autorisuficiencia (36). Esta autosuficiencia sehahecho sentir igualmente enla filosofíay esta falsa dirección ha propinado a la civilización occidental una grancosechadeateísmo. EnlauniversidaddeBerkeley (California) dicenhaber sintetizadolavida. Nohaysuficientes datosparajuzgar del hecho. Pero la interpretación que se le ha dado en muchos centros intelectuales revelahaciadondeapuntael hombretécnicode nuestro tiempo (37). Como reacciónse explica la viva simpatía que despierta enmu­ chosespíritusel existencialismo. Peseasuslacrastraeunnuevoafán anuestraviejacultura. Quiereenfrentarse denuevoconlos proble­ mas del hombre. Quiere traerle ante todouna respuesta a sus pre­ guntas apremiantes. Quiere ser sabiduría antes que técnica filosó­ fica. «Que me robanmi yo», chillabaUnamuno contra idealistas y positivistas. Y si aceptamos este grito, también aceptamos, aunque (35) Este fué el señuelo que en los últimos años de su vida atrajo al escla­ recido espíritu de Max Scheler. Bien lo dicen estas palabras que tomamos de su pequeño, pero enjundioso y desorientado libro, El Saber y la Cultura. Madrid, 1939: «El hombre —breve fiesta en la ingente duración del desarrollo universal de la vida— significa algo para la evolución del mismo Dios» (Nótese bien que el subrayado es suyo). (36) Especialmente en los radiomensajes de Navidad de 1953 y 1955. Cf. Ec- clecia, 1954, n. 651, p. 5-8; 1955, n. 755, p. 5-10. (37) Cf. A. Roldan, ¿ Vida en el laboratorio'!, en Pensamiento 13 (1957), 127-157.

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