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FR. FELICIANO DE VENTOSA 1 9 9 ca de plenitud. Si ésta tiene por centro enel plano de la realidad aDios, entornoal cual giratodoel cosmos, yenel planodel saber a la teología, como reinade las ciencias, — De reductione artiurn a ad Theologiam », escribe el Doctor Seráfico—, Sigerio y los suyos, sin atrevimiento para negar a Dios, por no hallarse los tiempos madurosparaello, ponenel centrodesupreocupaciónideológicaen elmundo, dequienpredicanlaautosuficienciaplena. Así lorezuman tesis como la negación de la Providencia y el determinismo de las revoluciones cósmicas. Mas no satisfechos condesligar al mundo deDios, propugnando la quehemos llamado «autosuficiencia objetiva del cosmos», procla manigualmente la « autosuficiencia subjetiva del hombre», capaz se gúnellos, de dar razón de todos los grandes problemas del mundo pormedio de la filosofía. Esciertoqueel sentidocristianodelaépocalanzabacontraaque lla cosmovisión pagana el anatema de la censura. Pero a este reto replicaba Sigerio y suescuela con la actitudhipócrita de que tales afirmaciones las hacían tan sólo desde el punto de vista de la fi losofía. Aun seguían considerando socialmente a la teología como reinade los saberes. Gesto tanhipócrita fuécerteramente enjuicia dopor los defensores del patrimonio cultural cristiano al hecharles en cara que con tal actitud propugnaban una doble verdad (28). Advirtamosparajustipreciar estacurvadelaHistoriadelacivi lización de Occidente, cómo la filosofía, que unos siglos más tarde arrumbaráalatrasterahistóricade loinserviblealamadredeesta civilización, la teología, iniciasufaena demoledoraconungestode vulpeja. Noquierecontradeciralateología. Noquierelaluchafran ca. Tansólopide expresar loque la razónhumana alcanza consus fuerzas. Afortunadamenteparaaquellaépocadetantas ejemplaridades, el gesto falsonolesvalió. Y fuégloriade laescuelafranciscanaysig no dehallarse en formay a la alturade los tiempos, el haber ini ciado la granbatalla intelectual del siglo en los medios universita rios deParís. Comomuybienhaprobado el P. Jules d’Albi (29), S. Buenaventura ya en 1267 y 1268 denuncia la tremenda desviación y lapeligrosísima curva que intenta tomar la civilización cristiana. Cuandoporlomismoal añosiguientelosdominicoshacenqueretor neaParíselmejordelossuyos—noeraotroqueFr. TomásdeAqui- (28) Es la conclusión a la que llega Van Steenberghen en las obras citadas. Parecida actitud ha sostenido en España respecto del mismo Averroes el gran arabista. M. Asin Palacios.
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