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1 9 6 SABIDURIA Y FILOSOFIA .. y que unos espejos cóncavos pueden potenciar hasta hacerlos te­ rriblemente Ígneos. Se eclipsó para siempre Apolo con sus caballos dedoradas bridas. EsoquedaráyasóloparaqueCervantes inaugure congranpreludiomusical la primera salida de nuestro Sr. D. Qui­ jote: «Apenas había el rubicundo Apolo...». La tesis orteguianade que la filosofía surge sobre los escombros de la tradición, es radicalmente falsa. La tradiciónes la razónhis­ tóricadelahumanidad, es el hombremilenariamente iluminadopor la luz desuespíritu. Ynopodemos aceptar sininjuriar a lamisma razón a quien se quiere dignificar con la filosofía, que su destino durante siglos haya sido el de equivocarse. Esto prescindiendo del hecho histórico de la revelaciónprimera de Dios al hombre, de la quese rastreantantas huellas enlas viejas culturasmilenarias. Pero si la tesis de que la filosofía es constitutivamente la tradi­ ción de la intradición es falsa, es unhechohistórico innegable que sobre los restos de la feperdidaenel politeísmomitológico, seyer­ gue la filosofíadeOccidente. La filosofía eliminó el mito, y esta des-mitologización trajo co­ mo consecuenciaya ineludible el que la filosofía inciase sumarcha histórica con un sentido de plena suficiencia, tanto bajo el punto de vista objetivo, como subjetivo. Queremos que estos términos es­ colásticos se los interprete en su profunda significación. Al decir, pues, que la filosofía se sintió suficiente bajo el punto devista ob­ jetivo, indicamos con ello que el objeto del filosofar no se centra primordialmente en el destino del hombre, no es un problema de « salvación », sino un problema de exégesis de la naturaleza. Cómo interpretar ésta en su devenir y en su actuación. Se estudió ese devenir, « gignetai », para descubrir su origen y su principio. Pero ya no se cuenta con algo que esté más allá. La naturaleza es el todo autosuficiente. Y este modo de interpretarla es un filosofar igualmente autosuficiente. Quizá se objete a esta conclusión el quemuchos pensadores su­ pieron elevarse por las mismas deficencias de la naturaleza hasta el SerSupremo. El granAnaxágoras, comoconjusticia le llamaPla­ tón, nos habla del NOUS rector y ordenador de los elementos in­ numerables con que se estructuran los seres. Más tarde el mismo Platón seguirá ahondando en el camino de Anaxágoras. Mas pese a estos esfuerzos, no podemos perder de vista que la filosofía de Occidentenacebajounsignodesuficienciaobjetiva. Buscael hom­ bre en la naturaleza lo que ha perdido en la religión. Nomenos se patentiza en aquellos primeros filósofos griegos la suficiencia subjetiva. No serán las visiones proféticas, ni los orá­ culos sibilinos los que rijan de ahora en adelante la conducta hu

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