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FR. FELICIANO DE VENTOSA 1 9 5 Hechas estas observaciones, ya podemos ponernos a la faena de demostrar laquizá temerariaproposiciónde que el hombre para sentirmenos el alejamiento deDios sepusoahacer FILOSOFIA. Iniciamos las pruebas acotando unas líneas escandalizantes de Ortega yGasset ensuprólogo a la traducciónespañolade la His­ toria de la Filosofía, deE. Brehier. Dice así: «La filosofía no es, a su vez, sino la tradición de la intradición. Hasta el punto que la definición más verídica sea que el hombre haya dejado de creer en la fe de sus padres... La filosofía es una ocupación a que el hombreoccidental sesintióforzadodesdeel siglovi antesdeJ. C., y que conextraña continuidad sigue ejerciendohasta la fecha ac­ tual. Para que la filosofía nazca es preciso que la existencia en forma de pura tradición se haya volatilizado... Entonces queda la persona suelta, con la raíz de su ser al aire, por tanto, desarrai­ gada, y no tiene más remedio que buscar con supropio esfuerzo una nueva tierra firme donde hincarse para adquirir de nuevo se­ guridad y cimiento. Donde esto no acaece o en la medida en que no acaece, no hay filosofía (Y sigue ennota al pie de la página). En la EdadMedia va habiendo filosofía conforme va atenuándose la fe» (24). Dos ideas quierotansólosegregar deesteacerbobienenjundioso en su desvarío sustancial: la suficiencia del filosofar y el origen del filosofar como des-mitologización. Comencemos por lo segundo queparece tener un fundamentohistórico. Allá por el siglo vi, antes de C., se lanzan a la calle unos filó­ sofos de las progresistas colonias jónicas del Asia Menor, pregun­ tándose por el porqué de las cosas. Ya es biensignificativo que la filosofía empiece donde la técnicavaenvanguardia. Señal del fácil tránsitodelatécnicaal filosofar. Peroesqueademás aquelloshom­ bres han perdido su fe en los mitos. No venNeptunos en el mar, ni Venus brotandode las espumas de las olas, ni Ceres fecundando campos, ni Dianas en guardia por los bosques. No; aquellos hom­ bres buscan la « physis », la «.natura». La técnica les ha dicho que hay fuerzas ocultas en ese ser hasta entonces misterioso que ellos manipulan para construir el barco que se hace a la mar, y que sehundiránoamerceddeNeptunooEolo, sinoacausadelas grie­ tas abiertas enel maderamenopor la impericiade los pilotos. Pa­ receentonces asomarpor ei oriente de lacultura laauroramatinal de undía sinotro sol que el que ilumina y calienta consus rayos (24) Cf. E. Brehier, Historia de la filosofía. Trad, de D. Náñez. Prólogo de Ortega y Gasset, t. I, p. 45.

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