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FR. FELICIANO DE VENTOSA 193 Mas como los valores eternos son irrenunciables, de aquí que el hombre técnico, para sentir menos el alejamiento de Dios se puso a hacer filosofía. Lamento la impresiónpenosaque ha deprovocar en algunos lectores este aserto. Por eso, antes de ensayar una de­ mostraciónde loquejuzgoevidente alaluzdelahistoriamilenaria de la cultura humana filosófica, creo necesaria hacer unas acla­ raciones. Sea la primera que lahistoriadel espírituhumanonoes lahis­ toria de unsilogismo, si se quieremejor, de unpolisilogismo enel quepuestas ciertas premisas se derivan infaliblemente tales y tales consecuencias. La historia de la civilización, al menos de la oc­ cidental, es un ensamblaje de los más diversos elementos venidos de aquí y acullá y que responden aesta oa aquella exigenciahu­ mana. Volvemos amentar queúltimamente sondos esas exigencias: hambre depanyhambre deDios. Imposible se deuna cultura tan materialistaenlaquenoasomeel hambreynecesidadde lodivino. Entraráderondónenel mismoanhelopordivinizar lamateria (22). Tampoco hay posibilidad de una cultura tan espiritualista que no se vea forzada a cumplir con las exigencias del pan de cada día mento de esclavitud para el hombre, debe trocarse en instrumento de liberación del espíritu para que la tierra produzca su mejor floración; la santidad. En un futuro que el filósofo entrevee no muy remoto y que la técnica del « robot », está haciendo actual, la máquina realizará el trabajo bruto y pesado, con dispendio minimo de energia y de tiempo humanos. Entonces el hombre se podrá entregar plenamente a las faenas del espíritu. A la luz de esta somera indicación se comprenderán las últimas palabras con las que se cierra el citado libro: «La humanidad gime medio aplastado por el peso de los progresos que ha hecho... A ella corresponde ver si por lo pronto quiere seguir viviendo. A ella preguntarse luego si quiere sólo vivir o realizar además el esfuerzo necesario para que se cumpla, hasta sobre nuestro planeta refractorio, la función esencial del universo, que es una máquina de hacer dioses » (El subrayado es nuestro). ^uizá alguno, recordando L’évolution créatrice, entienda de modo peyufñUvo eso de «máquina de hacer dioses». Creemos, con todo, que con un poco de buena voluntad y teniendo en cuenta la evolución ideológica bergsoniana de acerca­ miento a las tesis cristianas, se puede interpretar la frase en el sentido del salmo y del evangelio : « Ego dixi : dii estis et filli excelsi omnes ». (22) Sobre el sentido religioso del comunismo1, aunque de signo satánico, ha escrito profundas páginas el filósofo ruso N. Berdiaeff, especialmente en sus dos libros: El Cristianismo y el problema del comunismo, y Una nueva edad media. También J. M aritain en su discutidisimo libro Humanismo integral, llama la aten­ ción sobre el sentido religioso del comunismo. J. Maritain sostiene que el ateísmo de la cosmovisión comunista no eb una consecuencia de su concepción materia­ lista de la historia, sinct, por el contrario, base ontologica de la misma.

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