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1 9 2 SABIDURIA Y FILOSOFIA .. asoma al otromundo de la cultura humana: al mundo de lama­ teria. Ya es bien triste que la humanidadhaya dividido o se haya vistoprecisada a dividir suhistoria por sus relaciones con los ins­ trumentos de que se ha servido para defender su frágil existencia biológica. Y esto desde los tiempos enque el hombre paleolítico de Altamira salía a la boca de sucavernapara luchar conel oso que le venía a disputar el mísero refugio hasta los modernos estados que entre sonrisas diplomáticas e inacabables coloquios aprestan las nuevas armasnucleares. Quizálosultra-espiritualistas se lamen­ ten de tan materialística división de la historia. Mas ésta se ha escrito engranescala conlos instrumentos materiales que el hom­ bre hamanejado. En la batalla de Pavía lomejor de la caballería francesa, suRey enpersona, cayeron en el campo de batalla por­ que unos endiablados mosqueteros españoles dieron buena cuenta y adistancia de los lucidos caballos y caballeros deFrancia. Desde aquella hora el caballo, forjador de imperios y monarquías, cedía su puesto en la historia universal al proyectil que se lanza desde un artefacto. De todo lo cual tenemos que concluir que el hombre es parcialmente una función del instrumento quemaneja para de­ fenderse, seade laalimañaodel bandolero, seadeotrohombre tan civilizado como él. No habría en todo esto nada de lamentable si el hombre hu­ biera conservado el equilibrio y guardado la debida graduación de valores. Nada de lamentable, decimos, si junto aundesarrollo téc­ nico cadadíamás progresivo, el hombrehubiera empleado la tran­ quilidad de sus días bien defendidos enbuscar aDios, encaminar por la sendade luz de la SAPIENCIA, grabada en frase del Apóstol en la conciencia humana, y remansaday como endepósito enesos hombres que la antigüedad, con todo derecho, llamó «sabios». Por desgracia, noha sidoésta la trayectoriade lahumanidad. Sinoque por la inmersión del hombre en los afanes del pan de cada día y en la técnica de mejor lograrlo, ha olvidado éste los caminos de la sabiduríay seha ido alejando deDios. ¡Qué triste el que la téc­ nica, llamada a libertar al hombre de suansiosapreocupaciónma­ ñanera por el qué comer, se haya trocado tantas veces enocasión dedistanciamientodesuDios, enateísmo (21). (21) Es bien significativo que haya sido un filósofo de nuestros días quien mejor ha profundizado en las relaciones de la técnica con la sabiduría. Bergson en Las dos fuentes de la religión y de la moralidad (Buenos Aires, 1946. Trad. de M. González Fernández), da al último de sus capítulos este significativo tí­ tulo: «Mecanismo y misticismo». La mecánica que hasta ahora ha sido instru-

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