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FR. FELICIANO DE VENTOSA 191 de a cotizar enmás precio aquellos, hasta ahora, balbuceos del es­ pírituhumano. Así escribe Zubiri: «En sus comienzos (la filosofía) pudo significar algo muy próximo a la sabiduría religiosa (19), por ocuparse de las ultimidades hondas ypermanentes del mundoy de la vida». Convenimos conel filósofo español y vemos en este texto una contrapruebapara la dignificaciónde la «sabiduría», comover­ dadero saber. Mas concluye Zubiri con estas palabras que van a servirnos de punto de referencia ennuestro ulterior estudio. Dice así: «Se con­ virtió (la filosofía), en una forma de saber del universo, llamada teoría, paraabocarmástardeaunainvestigaciónacercade las cosas en cuanto son» (21). Nosbasta. Estoesdecirqueel hombre comenzó en SABIOy terminó enFILOSOFO. Cabe la pregunta: ¿para bien o para mal? III.—LOS HOMBRES HACENFILOSOFIA. Hasta ahora nos hemos preocupado preferentemente de cómo el hombre intentó salvar suvida espiritual. Y concluimos que creyó lograrlopor el caminodela «sabiduría», laquehemosdescritocomo un sendero de luz hacia Dios por la selva tenebrosa de la vida. A ellaaludeS. Pablocuandoescribe alosRomanos: «Ostendunt (gen­ tes) opus legis scriptum in cordibus suis, testimonium reddente illis conscientiae ipsorum » (Rom. 2, 15). Nunca el hombre ha sido un apátrida del cielo sin posibilidad de regreso. En su propia con­ ciencia, dice el Apóstol, tenía una luz y un testimonio. Peroigualmentehemos subrayadodesdeunprincipioqueel hom­ bre es un espíritu encarnado y que esta carne tiene sus exigen­ cias. ¿Cómo ha reaccionado el hombre ante ellas? Lo indicábamos ya anteriormente, pero necesitamos volverlo a repetir: con la téc­ nica. Preguntemos aunmuchacho bachiller, envísperas de recibir el título, quenos dividalahistoriade lahumanidaddesde los tiem­ pos prehistóricos y de seguida nos ensartará una serie de palabras que parecen trasladarnos a un cantera o auna mina: paleolítico, neolítico, edad del bronce, del hierro, del vapor, de la electricidad, para rematar con la observaciónmanida de que vivimos en la era atómica. Esta lección de historia, pronunciada de carretilla, nos (19) Idem., p. 192. (20) Idem., p. 192.

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