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FR. MAURICIO DE BEGOÑA 175 aptos paraproporcionar esa iniciacióny formaciónque conrespec­ to a los alumnos y fieles se les exige. Lamera repeticiónmecánica de las calificaciones, en la hipótesis de que se sepan, puede salvar demomento; perocultural ymoralmente, noesbastante. He dicho oportunidad, pero ahora añado necesidad, aunque no fueramás que apoyándome enel hecho de la oportunidad, sino de la necesidadmoral que sobre el religioso, el sacerdote y los educa­ dores pesade iniciar yformar alos demás. Otras muchas razones nos persuadende esta convenienciayne­ cesidadmoral deque el sacerdote tengauna ciertaerudicióny for­ mación cinematográfica. Su formaciónhumanística no puede subs­ traerle de los fenómenos culturales, sociales, estéticos ymorales de la sociedad sobre la que el sacerdote ha de actuar; la supervisión quepor lomenos ha de ejercer sobre los hechos psicológicos de las almas aél encomendadas; yyodiriaquehasta cierto sentidoyde­ rechoal esparcimientohonestoyal usoydisfrutede lasventajas de lacivilizaciónenqueviveyalasquenoharenunciadoenvirtudde ninguno de sus sagrados compromisos, hacen necesaria, oportuna y en todo caso lícita, según los distintos grados de espiritualidad a que aspire y según las formas y ambientes en los que ejerce suministerio, esta participación en el cine, como lo es en la li­ teratura, en las artes y en el deporte. ¿Queestaparticipaciónimplicariesgos, seprestaaabusosyofre­ ce dificultades? Conforme: pero, salvouna decisiónsuperior, núnca un riesgo, un abuso, una dificultad, pueden anular no un derecho, peroni siquieraunaconveniencia. Enumeremos los riesgos e inconvenientes de una frecuentación cinematográfica sacerdotal. Enprimer lugar, hay que reconocer que el cine ofrece para los religiosos y sacerdotes, por lomenos tantos peligros como para los seglares o laicos. La profesionalidad espiritualista y moral y hasta deperfección; unasensibilidadhechamás exquisitapor losestudios, por la piedady por los votos, singularmente el celibato, el aparta­ mientohabitual delavidacorrientedel mundoydesuscentros que parael seglar puedenser cotidianos; lasmismas justísimas preven­ ciones ascéticas contrael mundo, el demonioy la carne, hacenine­ xorablemente que el sacerdote y el religioso experimenten ante el cine algo que yo llamaría shock psicológico. Si esto ocurre a todo religioso osacerdote, ya puede colegirse lopeligroso de esta sensa­ cióny experiencia enpleno período de formación. Este shockes el quehace, porotraparte, queocurra loquenovaloramos suficiente­ mente: queaplicamosnuestrasensibilidadcinematográficaalasen­ sibilidad de los seglares, opor la nuestra deducimos la del seglar.

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