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1 6 8 V ISION INTELECTUAL Y SACERDOTAL DEL CINE humanas y también, comonecesariamente hace todo arte, conexa­ geración y exclusivismo, de manera que pudiéramos acusarle tam­ biénde pesimismo social. Todo lo que sea deformar la visión ideo­ lógica omoral del mundo y de la vida, es un defecto reprobable. Mas también es justo pensar que ha sido una constante histórica que, el mundo de los niños no es antihigiénicoporque esté poblado de fantasías, dehadas, ilusiones, mitologías quehoy se suplenven­ tajosamente por el cine. Será cine educativo el que, sin desviar al espectador de larealidad, le lleveunmensajedebondad, de ilusión, deevasiónyde libertadespiritual ypoética, yle remuevatodo este universo donde bullen infinitos seres llenos de fuerza, de belleza y deposibilidades, como, por ejemplo, el cinedeWaltDisney. Maspor éste caminode la evasión, es por donde leha venidoal cine quizá lamás seria de sus objecciones y reparos: el haber fo­ mentado y seguir fomentando los instintos del hombre en su for­ mamás fácil y corruptora: la sexualidad. La indecencia, la provo­ cación, la sugerencia y hasta el realismo más concreto han tenido ysiguenteniendo enel cine sugranpropagandista conefectos que alcanzanatodossinexcepción—yaqueenesteasuntotodoel mun­ dosonmenores—pero conmás perniciosos oal menos prematuros efectos enlos niños yadolescentes. Noinsistimosmás eneste asun­ to, pues todos los pensadores coinciden en el uso y abuso que del sex appel hace el cine con insistencia que hace pensar en lo sis­ temático y hasta calculado. Se ha hablado de que el cine enseña a los menores «las nuevas técnicas del amor». ¿Es posible que se afirme que el cine pueda enseñar nada sobre la técnica del amor, desde los tiempos bíblicos? Sin embargo, el cine peca por lo pre­ maturo, por inoportunidad, por abuso de confianza en cierto sen­ tido, por mal gusto y por malicia calculada o por ingenuidad fin- gidad. La unanimidad del reproche al cine ya no es tanta cuando setratadesuposibleejemplaridadperniciosaacercadelaviolencia, los medios de la criminalidad como robos y asesinatos, aventuras en vaqueros y gansters y aun en las luchas humanas y ejemplos belicistas. Existe la queja frecuente de que las censuras cuidan en parte la exhibición sensualista del cine, pero se cuidan poco de la eliminación de la violencia, exhibición de robos y asesinatos y de las malas artes de los fuera de la ley. La cuestión de la pernicisiosidad y tolerabilidad de los películas agresivas, policíacas y aventureras sigue en discusión. Aparte de algunas otras alteraciones peligrosas producidas en los niños que lo frecuentasincontrol, las responsabilidades del cine pueden reducirse a las apuntadas, y aunque sea discutible el grado y la intensidad con que esos daños se producen, siempre quedará

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