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1 6 6 V ISION INTELECTUAL Y SACERDOTAL DEL CINE nematográfica y la frecuentación de sus salas podrían producir en el funcionamiento del organismo humano. Las más modernas in vestigacionesverificadas contodaclasedeindividuosypor supuesto conlas ventajas técnicas actuales deproyectores y salas deproyec ción, hanpuesto demanifiesto por medio de aparatos encefalomé- tricos, registros decirculaciónde lasangre, depalpitaciones cardía cas y reacciones del sistemanervioso, que esos espectadores pueden dividirse en afectados yno afectados. Los no afectados superanen número a los afectados y aún éstos, los afectados, no lo son con excesoenrelaciónalosdemásestímulosdenuestracivilización. En cuanto al aspecto moral, el más discutido entre los educa dores, aparte de saber en principio que cuando un hecho se hace socialmente universal, como en nuestro caso el cine, el cristiano siempredisponedemediosdegracia, sacramentos, vidareligiosaedu cación y formación que le pueden hacer capaz de sobreponerse al peligroyalatentaciónyque, entodocaso, lamisma tentaciónne cesariapuede ydebe convertirse enremotao, diríamos, normal, las observaciones científica y estadísticamente llevadas, nos prueban que ladebatida cuestiónde laperniciosidadmoral del cine noestá demostrada, al menos en la medida que superficialmente han su puestoo temido ciertos pedagogos. No quiere decir esto que el cine no sea responsable de grandes pecados yvicios y abusos de los que enconcreto le acusa suS. PíoXII ensuEncíclica Vigilanti Cura; sino simplemente que, como medio técnico, es indiferente y que, aunque sus daños son inmensos —pues en el cine, como hecho el más inconmensurable que es de las manifestaciones colectivas hu manas, 12.000millones de espectadores al año enel mundo, nohay fenómeno insignificante—tambiénes justo quepongamos las cosas en susitio, que se estudien con seriedad las acusaciones contra el cine y que se le reconozcansus conquistas ybondades. Las investi gaciones y estadísticas, por ejemplo, sobre delincuencia infantil in fluidapor el cine no están definitivamente verificadas. Las hechas hasta ahora en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, no prueban laeficaciacinematográficamás queenmuy contados casosysiem pre acompañadade otras concausas del niño; taras familiares, am biente, etc. Se ha comprobado el hecho de que los niños normales ensuconductamoral, vanmás al cinequelospilluelos, golfosyde lincuentes. Hay psicólogos y pedagogos que incluso defienden al cine como válvula de escape y expansión de inclinaciones peligro sas en la infancia y adolescencia. En todo caso, la cuestiónmoral del cine sigue sobre el tapete yhay que reconocer, enmayor ome nor grado—esto es lo indiscutible—sus efectos perniciosos para de todas veras eliminarlos o restringirlos.
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