PS_NyG_1957v004n006p0067_0105

1 0 3 POLITICA ESPAÑOLA EN ANGEL GAN IVET realizamos en América sólo que valiéndose de otros medios, porque el grado de desarrollo de las razas africanas es inferior y no podría recibir directamente nuestra cultura. Sobre las cuestiones políticas que plantea el Mediterráneo, a ten ­ dida nuestra delicada situación interior, «las soluciones más favora ­ bles serán las más d ila tad o ra s...; si la intervención no está p lena ­ mente justificada la abstención es discretísima y revela gran tacto político» (71). Para poder intervenir con autoridad necesitaríamos un poder m ilitar que actualmente no poseemos, y sobre todo necesitaría­ mos el ideal que nos fa lta. Con barcos, y sin una idea incitante y fe ­ cunda no haríam os gran cosa, porque está demostrado, dice Ganivet, que nosotros siempre realizamos empresas superiores a nuestras fuer­ zas. No podemos descuidar los problemas políticos del Mediterráneo porque son inherentes a nuestro espíritu territorial, pero hemos de dar largas a las soluciones definitivas en espera de nuestra recuperación espiritual y material. Con relación a los pueblos de estirpe h ispana, debemos continuar y afianzar nuestra trad ición : no una tradición de conquistas y de dominio temporal. Nuestra colonización, piensa Gan ivet, fué una em ­ presa evangelizadora; no nos movió el mercantilismo que a otras naciones europeas. Aún sin discutir las ven ta jas o desventajas de nuestro método de colonización hoy debemos defenderlo y con tinuar­ lo porque es algo nuestro. Y a no es necesario el esfuerzo m ilitar. «En cambio, a firm a Ganivet, si por el sólo esfuerzo de nuestra in ­ teligencia lográsemos reconstruir la unión fam iliar de todos los pue­ blos hispánicos e infundir en ellos el culto de unos m ismos ideales, de nuestros ideales, cumpliríamos una gran misión histórica y da ­ ríamos vida a una creación grande, original, nueva en los fastos h is ­ pán icos; y al cumplir esta m isión, no trabajaríam os en favor de una idea generosa, pero sin utilidad práctica, sino que trabajaríamos por nuestros propios intereses más trascendentales que la conquista de unos cuantos pedazos de territorio. Puesto que hemos agotado nues­ tras fuerzas de expansión material, hoy tenemos que cambiar de tá c ­ tica y sacar a la luz las fuerzas que no se agotan nunca, las de la in ­ teligencia...» (72). Quiere Ganivet que la hegemonía m ilitar que adquirió España durante su Imperio, la convierta ahora en supremacía intelectual. Pero teniendo siempre en cuenta, que la cultura española no puede ser una copia servil de la cultura europea. Nuestra cultura, debe ser (71) Ibid., t. X, p. 201. (72) Ibid., t. I, p. 202.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz