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P. JOAQUÍN DE EN C IN A S, O. F. M. CAP. 101 una deshonra, en tanto España permanezca m ilitarmente débil; el día en que se haya conseguido un poderío interno, la hum illación será para Inglaterra porque lo que hoy constituye una fortaleza para e lla , será m añana continúo motivo de temor y de inseguridad (66). Europa queda descartada de nuestra atención po lítica; sólo debe servirnos de estímulo para afirm ar nuestra voluntad de indepeden - cia y de hacernos respetar por el temor. En cambio Gan ivet, concede sobrada importancia a la política africana (67). De ella hab la no solamente en el Idearium, sino en El -porvenir de España, y aun en el Epistolario. Y en todos estos lugares de su obra, el pensam iento es perfectam en te concorde. Ganivet quisie­ ra repetir en A frica la epopeya colonizadora de Am é rica ; m ira a A fr i­ ca como un peligro y como un porven ir: como un peligro porque «esa puerta del sur aún atrae al espíritu n a c ion a l»; como un porvenir por­ que prescindiendo de conquistas, se puede pensar en algo original: «y en esta serie de aventuras tendremos un escudero y este escudero se ­ rá el árabe» (68). Este algo original es la elevación del nivel cultural de los pueblos africanos. Esto habría de realizarse, influyendo inm e­ diatamente la cultura española sobre el pueblo árabe y así «el árabe habilitado y gobernado por un espíritu superior sería un auxiliar e fi­ caz el único para levantar las razas africanas sin violentar su idio­ sincrasia» (69). Solamente «el árabe, piensa Ganivet, tiene aptitud para aclimatarse y para entenderse con la raza negra de un modo m ás natural que el que emplean los misioneros, que introducen, se­ gún la frase de usted, le dice a Unamuno, el «fetich ismo pseudocris- tiano» (70). La cosa tiene importancia si se recuerda que Ganivet piensa que el catolicismo es privilegio de los pueblos que tienen una cultura es­ toica y que sólo por el cruce de éstos, las tribus salvajes recibirán un catolicismo auténtico y no una falsificación del mismo. Se trataría, por tan to, de una colonización muy parecida a la que (66) ibid., t. i, p. 176-181. (67) L arra (1809-1837), coincidió con Ganivet en muchas cosas: los dos son escritores malogrados; ambos mueren jóvenes: La rra a los veintiocho años, y Ganivet a los treinta y tres; ambos se quitan la vida suicidándose. E n sus es­ critos se distinguen por un agudo sentido crítico de la realidad española y ambos son considerados como precursores de la Generación del 98. H a y con todo, una diferencia honda e importante que distingue a estos escritores bajo un pun­ to de vista político, a saber: La rra es partidario de la europeización de España: Ganivet se distingue por su afrohispanismo. (68) Ibid., t. I I , p. 1089. (69) Ibid., (70) Ibid., t. H , p. 1890.

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