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P. JOAQUÍN DE EN C IN A S, O. F. M . CAP. 9 9 y nuestras conquistas materiales podrán ser aún fecundas, porque al renacer hallaremos una inmensidad de pueblos hermanos a quie­ nes marcar con el sello de nuestro espíritu» (61). PROYECC ION A LA PO L IT IC A E X T E R IO R La teoría del espíritu territorial imponía a la política española, una saludable renuncia a la dominación «materialista». La anemia espiritual y material que caracteriza la situación de España — G a - nivet hab la siempre desde su tiempo— , la recomienda de nuevo pa ­ ra curar a los españoles de las últimas ilusiones imperialistas: hay que renunciar decidida e inconsideradamente, a la dom inación de tantos pueblos. Hoy sabemos — viene a decir Ganivet— , que no po­ demos ser los amos del mundo, pero, lo que es más, nunca debimos haberlo pretendido. Ello fué la causa de nuestra ruina y de este cúmulo de responsabilidades contraídas, particularmente con Am é ­ rica. Veamos cómo podemos solucionar airosamente y siendo fieles a nuestra situación geográfica y a nuestra tradición, los problemas políticos que España tiene pendientes con las demás naciones. Atendida la situación política actual de España — escepticismo y abulia colectiva— debe tenerse presente, en primer lugar, la si­ guiente precaución : «una nación que se halla en su apogeo, dice G a ­ nivet, puede resistir desviaciones políticas no justificadas con rigor por sus intereses territoriales; pero una nación que comienza a ad ­ quirir fuerzas, tiene que ser exclusivista y no distraerse en aven tu ­ ras peligrosas» (62). A ten tos, pues, a nuestra delicada situación v a ­ mos a encauzar la acción exterior de España. Gan ivet se expresa de un modo análogo a éste: Nos encontramos, en primer lugar, con que España no es lo que debería se r; que ha falsificado un poco su «espíritu» y que no podremos actuar en el exterior con perfil definido, m ientras no tracemos la silueta rigurosa de nuestro espíritu genuino en el interior. Tenemos que ser, de fron ­ teras adentro, españoles con carácter propio; tenemos que realizar, en el área de nuestra geografía «el período español puro» (63). (62) Ibid., t. I, p. 213. (63) Ibid., t. n , p. 1088. La disyuntiva que se le ofrece a España, en la mente de Ganivet, frente a Europa ha sido certeramente intepretada por A. Espina: « Y a constituido el organismo nacional, vive. Y en cuanto vive, se pone en re­ lación con los organismos de otras naciones y elige vía propia, autóctona, direc­ ción y cauce. ¿Cómo y en qué forma? Existen dos criterios distintos antagónicos, claramente diferenciados. Existe un criterio europeizante, internacional, «centri-

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