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P. JOAQUÍN DE EN C IN A S , O. F. M. CAP. 91 bra de ideas fecundas y pacífica s; porque no es necesario convertir las ideas en banderín de enganche cuando se quiere hacerlas fruc­ tíferas. Es, por el contrario, un peligro que debe tenerse presente, por ser el pueblo español muy propenso, particularmente, en aquel tiem ­ po propicio a las exaltaciones malsanas, dado su estado de abulia. Deben ser ideas «redondas, no picudas», dice G an ive t; es decir, ideas que aún contradiciéndose, puedan vivir en sociedad, sin provocar la pelea, unidas por un m ismo a fán científico. Han de ser ideas, que caigan como la lluvia len ta calando y fecundando, no como las aguas arrasadoras de aluvión (46). Ganivet vuelve a repetir lo m ismo que le sirvió de tema en el primer trabajo, siendo estudiante, para re­ solver el estado anormal de España. 4.— RESTAURAC ION MATER IAL O ECONOMICA Hay que desechar, dice Ganivet, esas esperanzas «en la herencia milagrosa, como si tuviéramos muchos tíos en las Indias». Es nece­ sario convencerse, de que si queremos ser algo, aun económ icamente, hemos de conseguirlo exclusivamente por el esfuerzo de nuestros brazos; y «para trabajar, que es lo que interesa, tenemos hoy por hoy, dentro de España, más tierra, m ás luz y más aire que necesi­ tamos» (47). Lo hemos dicho, y Gan ivet lo repite hasta que a fuer­ za de decirlo llegue a convencer a todos los españoles, nuestro sistema de colonización siempre nos costó más, que beneficios nos procuró. Y no es que con esto se critiquen nuestros métodos de coloniza­ c ión ; Gan ivet piensa que toda colonización debe costar algo a la metrópoli. Pero cuando menos, ha sido una cosa nuestra y ya no hay tiempo de reform arla; lo que hay que reformar es esta aprecia­ ción equivocada que nos escuda en nuestra pereza (48). Incluso cree Gan ivet y así lo dice a Unamuno en carta abierta bajo el título de «El porvenir de España», que las guerras con que pretendimos ahogar la emancipación de las colonias eran como el último coletazo del instinto de conservación: la lucha por la exis­ tencia. Porque «la périda de las colonias sería para España un des­ censo en su rango como nación : casi todos sus organismos oficiales se verían disminuidos y lo que es más sensible, la población d ism inu i- (46) Ibid., t. I, p. 235-239. (47) Ibid., t. I, p. 207; t. II, p. 1086. (48) Ibid., t. I, p. 208.

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