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290 P . M . d e E n cin as En las sesiones especiales de religiosos, como era natural, se estudiaron preferen temente temas relativos a la perfección. Se procuró en ellos orientar la formación espiritual por un cauce ascético más en conformidad con la psicología del hombre actual, de modo que sea una auténtica encarnación de lo divino en lo humano, renovando el espíritu propio de la Orden y adaptando los elementos variables a las exigencias de nuestro tiempo. Pero lo que llamó particularmente la atención de un modo consolador fué el ansia manifestada en grandes sectores del clero secular por situarse en estado de perfección. A este propósito, Mons. Bonet, en una de las sesiones generales, expuso, ante la sorpresa de muchos, las inquietudes de perfección entre el clero diocesano, manifestado en las diversas asociaciones sacerdotales de perfección que están flo reciendo en varias naciones de Europa; aparte de otras tendencias por apropiarse el auxilio de los consejos evangélicos que encauce sus ansias de vida más perfecta, sin necesidad de inscribirse en instituto especial de perfección. Todo ello quedaba patentizado y confirmado en el Congreso, ante el vivo interés y entusiasmo con que se estudiaban entre los sacerdotes jóvenes los problemas relativos a los consejos evangélicos, llegándose a plantear como medio ideal para determinadas circunstan cias y apostolados especiales la misma vida común. Todos cuantos han ido al Congreso con afán de aprovechar, han salido convenci dos, entre otras cosas, de que la vida santa, la ejemplaridad evangélica, es lo eterna mente nuevo y seguro que se espera de los religiosos y sacerdotes en el cumplimiento de sumisión. Que religiosos y sacerdotes sobresalgan enuna más acrisolada calidad evangélica y sobrenatural es la base decisiva para el apostolado entre pobres y ricos, entre almas sencillas y espíritus cultivados. P. M. d e E n c in a s .
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