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E L C O N G R E S O Y LA P ER F E C C IO N B R E V E S N O T A S Es, sin duda, un aspecto vital para juzgar por dentro nuestro Congreso religioso- sacerdotal. La perfección, como tema de estudio, como preocupación, ha estado presente en las jornadas del Congreso: en conferencias, en discusiones, en el ambiente, en los corazones de los asistentes. Era algo que interesaba personalmente a todos. La carta del Papa leida en el acto de apertura intentaba polarizar las preocupa­ ciones del Congreso en este afán de perfección, porque, «en verdad, el apostolado resulta del todo inútil si no procede de ánimos sacerdotales que reproduzcan en sus costumbres una viva imagen de Jesucristo...» «Esfuércense, pues, ante todo los sa­ grados ministros de ambos cleros por lograr esta disposición y formación evangélica de sus espíritus.» Por otra parte, la consigna proclamada enel Congreso desde el primer momento, de unidad y de caridad en toda su amplitud teológica, era orientarse decididamente por uncamino de auténticaperfecciónevangélica. Era un anhelo sentido, de creciente elevación espiritual, el que empujaba a la unidad entrañable de todos en Cristo y por Cristo. Y después la insistencia, el interés con que se han tratado y discutido los temas de perfección, hacía pensar que allí había algo más que rutinarismo profesional; respondía a un anhelo muy extendido y muy sincero de querer ser mejores. Anhelo que creció y se desarrolló al contacto mutuo de lo mejor que cada uno poseía, y que se hizo patente y común en las jornadas del Congreso. Prueba de esta buena voluntad de perfección, la franqueza con que se señalaron y se reconocieron las propias flaquezas, como aconteció en la sesión general del segundo día y en otras ocasiones. Estos exámenes públicos de conciencia fueron, indudablemente, una de las mejores pruebas de la efectividad del Congreso en el plano de la perfección. NATURALEZA Y GRACIA. 19.

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