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Voca ción religiosa y sa cerd ota l: N a tura leza y O bliga toried a d 271 jos» (15). No hay mayor escarnio para un sacerdote que el no sentir afición hacia lo que debeconstituir laobligacióndiariade suvida. El P. Gemelli, en la Enciclopedia del Sacerdocio, recientemente traducida al español, escribe unas observaciones acer­ ca de la formación intelectual profana de los aspirantes al sacerdocio, atinadas en muchos aspectos, pero que en otros podrán someterse a discusión (16). 2) Esta tendencia anteriormente expuesta no concuerda con las orientaciones luminosas e insistentes de la Santa Sede, la cual desea no solamente la formación cultural eclesiástica, sino profana. Léanse las encíclicas Exeunte anno , de León XIII; Ad Catholici Sacerdotii, de Pío XI; Menti nostrae, de Pío XII, y la reciente Consti­ tución Apostólica Sedes sapientiae, de la cual citamos unas breves pero enjundiosas palabras: «La necesidad para estos religiosos de recibir una formación intelectual sólida y completa en todas las materias, es secuela manifiesta de la triple dignidad que brilla en la Iglesia de Dios: la dignidad religiosa, sacerdotal y apostólica. En efecto, los religiosos, que tienen por tarea principal la contemplación de las cosas divinas, buscando únicamente a Dios y uniéndose a El, y la de transmitirlas a los de­ más, deben tener muy en cuenta que no pueden en forma alguna alcanzar los sim­ ples frutos de esta tarea, ni llegar a una sublime unión con Cristo, si no tienen abun­ dantemente ese conocimiento profundo, y siempre perfectible, de Dios y de sus misterios, que se adquiere mediante los estudios sagrados» (17). c) Dotes morales. — La idoneidad moral se revela en la propensión del candi­ dato a observar las virtudes de la vida religiosa y sacerdotal. La norma ha de ser: no se admita a aquellos de quienes prudentemente se prevea que en el futuro han de faltar gravemente a las obligaciones de los votos y otras virtudes inherentes al sacer­ docio. Merece especial cuidado la idoneidad del candidato en lo referente a la casti­ dady a laobediencia. Y esto tanto si los aspirantes a lavida religiosahande ser sacer­ dotes o hermanos legos; aunque, bien entendido, se requiere mayor grado de idonei­ dad moral en el sacerdote que en el lego. La dificultad principal para determinar el grado de idoneidad reside en la dife­ rencia de circunstancias entre la vida del sacerdote religioso y la vida de estudiante: otro ambiente, distintas actividades, peligros acentuados, evolución somática y psicológica, que implica nuevas tendencias sexuales y sentimentales. Esta especie de hiatus entre el presente y el futuro, que ha de constituir el «estado» propiamente tal, se quiere subsanar con el acercamiento prudente y progresivo de los jóvenes religiosos al mundo en que han de ejercer sumisión el día de mañana. Y esto parece lógico y muy humano, pues no parece conveniente que aquellos que un día han de poseer cien grados de libertad, la víspera estén a cero grados, sino que han de irse arreglando las cosas de tal manera que la víspera de poseer cien grados tengan ya noventa y nueve de libertad. Sin embargo, ha de tenerse bien en cuenta que jamás se podrá poner al aspirante al sacerdocio, sea religioso o secular, en contacto con el verdadero ambiente del mañana, exponiéndose a descuidar una formación útilísima y decisiva, que más tarde sería la central potente de energía en medio de las dificul­ tades. * 2) I n t e n c i ó n r e c t a . — La terminología empleada por los diversos autores para calificar este segundo elemento de la llamada es muy variada. Así, para unos, la idoneidad es «vocación objetiva», mientras que la rectitud de intención entraría en la «vocación subjetiva»; para otros, la idoneidad y llamada del obispo constituye la «vocación externa», mientras que la intención recta, que fundamentalmente es el (15) Os., 4, 4-6. (16) Enciclopedia de! Sacerdocio (trad. española). Edic. «Taurus». (Madrid. 1956) t. I, 233 ss. (17) AAS, 48 (1956) 361.

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