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V ocación religiosa y sa cerd ota l: N a tura leza y O bliga toried a d 2 6 9 obligadas a alejarse del claustro. Las Dominicas de Santa María profesan la Regla de las Dominicas de la Segunda Orden, mitigada en aquellas observancias que son incompatibles con un estado precario de salud. La enfermedad no será nunca condi­ ción indispensable para ser recibida entre las Dominicas de Santa María; la reli­ giosa sabe perfectamentecuál es sumisiónal piede laCruz. En laCongregaciónviven también religiosas sanas y robustas, que unen al amor de Dios la caridad fraterna, ayudando a las hermanas menos favorecidas con los dones de la Naturaleza. Daniel- Rops hace el elogio «como de una de las iniciativas más bellas y más caritativas de Francia en los veinte últimos años» (11). Recientemente ha sido fundada otra Congregación en Turín, cuyos miembros, religiosas, son todos ciegas. Quiero aludir a un problema, ciertamente interesante, existente en el seno de muchas órdenes religiosas antiguas, y que implica otro problema de adaptación. Al candidato que llama a las puertas del claustro se le exigen unas condiciones físicas excelentes, necesarias de todo punto para poder ingresar, y mientras tanto gran parte de los miembros de tales órdenes, ya profesos se ven constreñidos a vivir un régimen sanitario totalmente al margen de las prescripciones de la Regla y Cons­ tituciones. ¿Por qué se le exige al novicio una robustez que otros muchos profesos no poseen? ¿O es que el haberse puesto enfermos después de profesar cambia la na­ turaleza y las exigencias de la Orden o Congregación religiosa? ¿Paraqué sirveuna Regla que no todos pueden observar? ¿No sería preferible someter la organización a una revisión y adaptación, a fin de que la vida común pudiese observarse en toda su integridad? Y si es mejor que existan estas diferencias entre los miembros, ¿para qué tantas exigencias a los candidatos? No hago sino presentar la cuestión para re­ calcar las dificultades, sobre las cuales no suele pensarse detenidamente. Pío XII, en la Menti nostrae , da este principio orientador: «Vosotros sabéis, amados hijos, cuáles son las condiciones de idoneidad moral que la Iglesia requiere en los jóvenes que aspiran al sacerdocio, y creemos superfluo detenernos en este tema. Llamamos, en cambio, vuestra atención sobre las condiciones de idoneidad física: esto, tanto más cuanto que la reciente guerra ha dejado huellas funestas y ha perturbado de variadísimos modos la generación joven. Examínense, pues, con particular atención las cualidades físicas del candidato, recurriendo, si es necesario, aun al examen de un médico prudente» (12). Para que este reconocimiento previo surta verdadero efecto, es necesario que el médico conozca, más o menos, las obligaciones de la vida religiosa del instituto al que en concreto aspira el candidato; además conviene que seamédico nombrado por el mismo instituto, para evitar falsos o parciales informes, impulsados por la amis­ tad o la ignorancia de las exigencias de la vida religiosa y sacerdotal. El médico debe limitarse a informar y a aconsejar en su campo; de ningún modo — a no ser que sea médico y director espiritual — debe erigirse en maestro de vocaciones o traspasar los límites de la competencia (13). b) Dotes intelectuales. — Consideraciones semejantes valen para lo tocante a la capacidad intelectual del candidato. Debe ser suficiente para cumplir digna y honro­ samente, no una parte, sino toda la misión sacerdotal. El Papa, en la Sedes Sapien- tiae, insiste machaconamente en este aspecto. Quiero recalcar la cuestión porque lo merece. Existe una tendencia en ciertos educadores a desvalorar la importancia del estudio: unas veces con el noble fin de preparar al humilde y duro sacrificio del mi- (11) Problemi attuali dello Stato religioso. Editrice Fiorentina. (Firenze, 1950).— P. M . M e lle t : La malattia al servizio di Dio, 118-122. (12) La santidad de la vida sacerdotal. Colección «Ecclesia». (Madrid, 1951) 29. (13) Cfr. R . B iot -B . G a l im a r d : Guida medica delle vocazioni sacedotali e religiose. Vita e Pensiero. (Bergamo, 1949.)

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