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2 6 4 E n torn o a l C o n g reso N a cion a l d e P erfecc ió n y A p o sto la d o unión de fuerzas, reclamo del Santo Padre en carta al Cardenal Valeri, Prefecto de la Congregación de Religiosos y Presidente del Congreso. Fue una sesión de máxima ejemplaridad, no sólo por las iluminadas consignas de los autorizadísimos Prelados, sino también por la asistencia y pleno acatamiento de la masa ingente congregada. Fué aquel acto un punto de partida verdaderamente prometedor. El Cardenal Primado, esperanzadamente, quería que en el Congreso se llegase a aquilatar más y mejor el sentido de la perfección, tanto religiosa como sacerdotal, y que se estu diaran los problemas agudos y vivos de nuestro catolicismo y de nuestra actua ción práctica. ¿Correspondieron a estos deseos iniciales y tan fundados las sesio nes sucesivas? La plétora de satisfacción que inundaba las salas parecía decir que sí, pese a los aldabonazos que estridentemente sonaban en ocasiones. Hoy, en frío, creemos sinceramente que el Congreso, admirable como organización externa, no llenó las aspiraciones de los que fueron a Madrid a estudiar y reflexionar. La mul tiplicidad de las sesiones; el número enorme de los concurrentes; la falta de selección en los que debían interveniren las disputas— defacto, todo el mundo eramuy quien de hacerlo—; la repetición de los mismos sujetos— hubo quien intervino seis veces, en aleccionador contraste con el próximo Congreso Internacional de Filosofía, cu yas bases prohíben anticipadamente la duplicidad de intervención—, todo ello mo tivó una cierta falta de seriedad en el estudio y de exigencia en la determinación de conclusiones. Esperamos que los organizadores del mismo, conscientes de ello, en sesiones ínti mas, sin alboroto y con estudio detenido, recompongan las conclusiones que nos han de orientar en los entusiasmos sinceros que nos proporcionó la dicha de sen timos todos unidos. Ubi caritas et amor, Deus ibi est. Con el mejor deseo de que quede constancia en nuestra Revista de tan fausto suceso para el catolicismo español, recogemos en este número un estudio sobre la vocación religiosa leído sustancialmente en el Congreso y dos comentarios a sendos puntos fundamentales aireados en multiplicidad de sesiones: la unidad en las fuerzas eclesiásticas y el espíritu de perfecciónreligioso-sacerdotal. L a D i r e c c i ó n .
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