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P sicoh igiene deI trabajo intelectual 2 5 1 buen papel si se hubieran dedicado a la diplomacia, pues en toda su vida de relación, hasta en su vida de relación familiar, ocultan casi siempre sus verdaderas atenciones..., e intenciones... Algunas de estas personas obran así, la mayor parte de las veces, de un modo inconsciente. El psicoanálisis señala en estos casos los complejos, las causas de este comportamiento, que no es del caso analizar aquí. Lo que constituye el elemento esencial de nuestra atención no es, pues, ninguno de los fenómenos secundarios que acabamos de señalar, sino esa orientación de nuestra mirada interior, esa dirección de nuestro conocimiento hacia un objeto concreto, de entre los muchos que, en un momento determinado, existen en el campo de nuestra conciencia psíquica. Y es fundamentalísimo darse cuenta de esto y saber distinguir bien el elemento constitutivo esencial y los fenómenos concomitantes, a fin de poder educar la atención debida­ mente. Pero si bien es cierto, como acabamos de demostrar, que ninguno de estos fenómenos secundarios entran a formar parte del constitutivo esencial de la atención, no lo es menos que ellos son los grandes y poderosos factores y resortes psicológicos para dominar y mantener viva nuestra atención sobre un objeto o problema. Si logramos hacerlos coincidir con el objeto de nuestra atención, entonces resulta facilísimo mantener la atención, no hay más que dejarse llevar por dichos resortes. Y no solamente es cosa fácil y sencilla mantener la atención, sino que elevamos su potencial casi en razón directa al potencial de dichos factores o resortes psicológicos, que es lo mismo que decir que elevamos nuestra capacidad intelectual. Por tanto, hemos de procurar, por todos los medios, el hacer coincidir estos factores psicológicos con el objeto voluntario de nuestra atención. Y de entre todos ellos, acaso ninguno tan importante como el interés por el objeto sobre el cual queremos sostener nuestra atención. Porque si bien es cierto que la voluntad es el factor principal al cual obedece la atención, como ya se ha dicho, resulta muy difícil, por no decir imposible psicológi­ camente, sostener nuestra atención por mucho tiempo sobre un objeto que no nos ofrece interés alguno o que nos repugna quizá. Y no digamos si por este mucho tiempo entendemos nuestra ocupación habitual, como el estudio. Por esto, lo primero que debemos hacer, cuando queremos centrar de un modo constante nuestra atención sobre un objeto o problema, es procurar, por todos los medios que estén a nuestro alcance, que ese objeto nos interese. Y «i se trata de un educador, debe procurar, también por todos los medios, que el •objeto interese a los educandos. Si logramos que nuestra atención voluntaria sobre un objeto o problema cualquiera sea sostenida por el interés, esta atención voluntaria se irá transformando gradualmente y de un modo inconsciente en

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