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P sicoh igien e d el trabajo intelectual 249 rendimiento intelectual muy deficiente, debido a la pequeñísima capacidad de concentración. Tienen el libro delante en el estudio o están muy com­ puestos en clase, pero por su cabeza pasan un sinnúmero de cosas en cada momento. Tienen su atención de un modo habitual completamente perdida en una multitud de cosas, en mil objetos que constantemente surgen y desapa­ recen como difuminados en el campo de su conciencia psicológica. Cada uno puede hacer en sí mismo la experiencia siguiente: Dejar a su conciencia psíquica sin el control de la atención, solamente por espacio de un minuto, y tratar después, por medio de la introspección, de darse cuenta del sin­ número de fenómenos y contenidos psíquicos que han tenido lugar en el campo de su conciencia psíquica. Disputan los psicólogos sobre la posibilidad de pensar en varias cosas a la vez. Quizá sea más acertado pensar, como solucionan el problema algunos, diciendo que nuestra atención pasa con una rapidez tal de unas cosas a otras, que tenemos la impresión de que podemos pensar y atender a varias cosas al mismo tiempo. Está bien claro, y todos lo sabemos por propia experiencia, que nuestra atención no puede ver, ni captar con la misma claridad, cuando se recon­ centra sobre una sola cosa, que cuando se ocupa de muchas, ya sea en el mismo momento, ya de un modo intermitente. Hay que tener presente que así como la concentración de la atención, cuando la orientamos hacia una sola cosa, está en su grado máximo, y entonces es cuando estaremos pro­ duciendo el cien por cien intelectualmente; cuando la dejamos perderse en mil cosas, su potencia es casi nula. Hay personas que, por un casi total descontrol de su atención, sufren, sin darse cuenta, una pequeña obnubilación que, sin ser patológica, les aniquila para la vida intelectual. Conocida es la comparación de nuestra conciencia psíquica con un desván oscuro, donde entramos con una linterna en la mano. Podemos lanzar el foco de la linterna sobre la pared que tenemos enfrente, y veremos aparecer todos los objetos como en una penumbra; pero podemos también inclinar el foco de la linterna sobre un objeto solamente, y entonces aparecerá éste a nuestra vista con toda claridad, mientras los demás quedan sumergidos en la oscuridad. Pues bien, esa linterna es nuestra atención, podemos lanzarla de un modo impreciso sobre el desván de nuestra conciencia psíquica, y veremos como envueltas en una cierta penumbra muchas cosas, y podemos también enfocarla sobre un solo objeto, que se nos presentará lleno de claridad. Conviene tener siempre muy presente que la concentración y extensión de la atención son inversamente proporcionales entre sí. Es la atención la que hace que unos vean y otros miren, unos oigan y otros escuchen. Y si, como

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