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2 4 6 P. T om á s d e Fontanil, O . F . M . C ap. Y sig u ien d o este camino, después de encontrarse el hombre consigo mismo, se encontrará necesariamente con Dios.» Vamos a ver algunos de los medios que nos dicta la psicohigiene para alcanzar e¡ máximum de rendimiento en nuestro trabajo intelectual. No es mi intento estudiarlos todos, sino solamente aquellos que. a mi juicio, son los principales. I CONDICIONES FISIOLOGICAS DEL TRABAJO INTELECTUAL No creo necesario un estudio extenso de las condiciones fisiológicas del trabajo intelectual: buena alimentación, sueño suficiente, aire, luz, temperatura media, recreaciones y, en una palabra, un conjunto de condiciones de orden material que proporcionen al estudiante un mínimum de energías y bienestar somático. De todos es suficientemente conocida, no sólo su utilidad y con­ veniencia, sino también su necesidad. Por esto, creo que basta y sobra con sólo enumerarlas. La Santa Sede, siempre preocupada por la formación intelectual de los candidatos al sacerdocio, recuerda una vez más y en fecha bien reciente: «Ad normam eiusdem c. 589 par. 2, dummodo cautum sit ne quid spiritus religiosus detrimenti capiat, Supremus Moderator et Ratio Studiorum regulas proponant, iuxta quas álumni, sicut et Magistri [art. 30 par. 3 1] prudenter a nonnullis communitatis actibus, etiam a choro, praesertim nocturnis horis, eximí possint, quoties id studiis excolendis necessarium videatur .» «His regulis servatis (n. 1), etiam Superiores immediati in casibus par- ticularibus circa ea dispensationes concedere possunt» (1). La mente de la Santa Sede aparece bien clara y a ella es necesario atenerse y no a criterios particulares, por buenos y santos que a primera vista puedan parecer. Cierto, se han dado casos aislados de individuos que, en condiciones fisiológicas deficientes, han llegado a producir verdaderas obras de genios, pero, como vulgarmente suele decirse, la excepción confirma la regla. Y, además, convendría hacer a estos casos aislados las siguientes observaciones: En primer lugar, hay que advertir que hablamos del máximum de rendimiento en el trabajo intelectual, y, por tanto, habría que haber hecho la experiencia ( 1 ) Constitutio Apostólica «Sedes S apientiae» Fique Adnexa «S ta tu ta G e n e r a lu » (Romae, 1956), art. 40, par. 7, n. 1-2.

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