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258 P . T om á s d e Fontanil, O . F . M . C ap. por precisar y determinar si estas anormalidades que se han descubierto en los llamados vulgarmente «solterones» son debidas a su celibato o, al contrario, su celibato no vocacional es debido a esas anormalidades que existían ya, quizá de un modo latente nada más, en dichos individuos. Lo que no puede admitirse es que el celibato vocacional sea causa de dichas anormalidades. Está comprobado que en este caso la personalidad no sufre detrimento alguno, pues en el celibato vocacional el impulso sexual es orientado hacia otras actividades superiores creadoras, evitándose de este modo toda clase de distorsiones o desviaciones de la personalidad. El celibato vocacional es exponente de personalidad, pues, a pesar de sentir el individuo el impulso sexual, libremente se hace casto, y somete su instinto no a una administración sensitivo-afectiva, sino racional, que es lo que reclama y caracteriza la verdadera personalidad. Como decíamos, al hablar del potencial emotivo, no intentamos aplastar y aniquilar tampoco el instinto sexual, sino ordenarlo al servicio de fines superiores. «Puesto que, de hecho, nuestra personalidad no es independiente de la sexualidad, sólo llegamos a ser dueños de nosotros mismos cuando hemos ordenado ese dominio del instinto. Y el orden, en este caso, lo repetimos, no consiste en el aniquilamiento, ni en el anonadamiento, sino en la orientación de esas potencias hacia fines verdaderamente espirituales, de los que son instrumentos» (9). Y si esto puede decirse cuando se trata de un celibato vocacional, orde­ nado a valores de un ideal humano, mucho más podremos afirmarlo cuando el celibato vocacional es ordenado a los valores sobrenaturales, a un ideal divino: el celibato guardado por amor del reino de los cielos. Ya sé que hay muchos que no entienden esta doctrina. Para ellos son estas palabras de Jesucristo: «No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos. El que pueda entender, que en­ tienda» (10). * * * Hemos visto los principales medios que nos dicta la psicohigiene para conseguir el mayor rendimiento posible en el trabajo intelectual. Es necesario tenerlos muy presentes porque, como decíamos al principio, el rendimiento (9) R. B io t y P. G a l im a r d : O. c„ p. 173. (10) Mat., 19, 11-12.

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