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256 P . T o m á s d e F ontanil, O . F . M . C a p . lismo. Por último, la sublimación: es un hecho que no puede ponerse en duda. La sublimación, en el orden de valores naturales, la encontramos reali­ zada por esos hombres que se han entregado de lleno, durante toda su vida, unos, a la ciencia; otros, a la política; otros, al servicio de la Patria, etc. No me atrevería yo a decir que esto resulte no solamente difícil, pero ni siquiera posible para el psiquismo de la mayoría de los mortales. Pero, ciertamente, muchos han logrado realizarlo. Y en un orden superior, nos encontramos con los medios sobrenaturales. Una vida de piedad intensa, ciertamente, descarga el potencial emotivo del mejor de los modos, si es sincera y auténtica. Que la sublimación sea posible también en el orden sobrenatural, no voy a perder tiempo en probarlo. Creo que sobran y bastan, para demostrarlo, los cientos de miles de almas, de uno y otro sexo, que han consagrado su vida a Dios. Desde el punto de vista psicológico la sublimación, en este orden, es mayor, y por eso supone mayor renuncia y sacrificio. La ciencia, el arte, la Patria, un partido político es algo que está al alcance de nuestros sentidos, algo que vemos y palpamos, y por eso es más fácil que nos entusiasmen y nos entreguemos a su servicio, que los valores sobrenaturales, que no conocemos más que por la fe. No cabe la menor duda que, cuando la sublimación se refiere a valores de orden sobre­ natural, el esfuerzo que ha de realizar el espíritu para conseguirlo ha de ser mucho mayor. ¿Quiénes son capaces de esto? Aquellos a quienes les fuere dada del cielo la vocación y la gracia para ello. Hasta los psicohigienistas incrédulos valoran estos medios de orden religioso, aunque no admitan su valor sobrenatural. Nosotros, sin negar que estos medios pueden tener un valor de orden natural, diremos que muy por encima de éste está su valor sobrenatural. Tanto en los medios de orden natural como en los de orden sobrenatural fácilmente echará de ver el lector que no pretendemos con ellos suprimir y aplastar el potencial emotivo. Sería un verdadero disparate pretender anular estafuente de energía, que, como hemos dicho, es el motor de toda lapersonalidad. Lo que se intenta es dominarlo para poder encauzarlo inteligentemente y po­ nerlo al servicio del factor que interese. Si sabemos emplearlos, podremos llegar a conseguirlo. Y entonces nos resultará fácil el ponerlo al servicio de la atención que, en nuestro caso, vale tanto como decir el trabajo intelectual. 3. — V id a se xu a l s a n a . Por último, otro de los grandes medios para un mayor rendimiento en el trabajo intelectual es una vida sexual sana, esto es, hay que poner toda la fuerza de este instinto al servicio de la vida intelectual y más concretamente de la atención.

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