PS_NyG_1956v004n005p0205_0243

A. P. a la «Sedes SapientiaeEique Adnexa Statuta Generada» 209 han señalado certeramente el hito de toda pedagogía religioso-clerical. Por otra parte, no son más que la densificación en fórmulas legales de la doctrina expuesta por el Pontífice en la Sedes Sapientiae. Es el mismo Papa, en efecto, quien exige que la formación ha de ser íntegra y sólida, tanto desde el punto de vista religioso como del sacerdotal y apostólico (6). Con expresión mar­ mórea lo demanda cuando escribe: «Juniorum itaque sodalium edducatio atque efformatio omnino secura, illuminata, solida, integra» ( 7 ). En medio de la labilidad de opiniones que hoy conmueven al mundo, el Pontífice pide entronque con lo mejor del pasado, evocando los caminos seguros de siempre: la autoridad de la Iglesia, la teología positiva y escolástica, los grandes Doc­ tores, la filosofía cristiana (8). El segundo principio que ha regulado la elaboración de lo Statuta Ge- neralia es complemento del anterior. Se advierte que es el sedimento de muchas de sus disposiciones. De modo explícito lo señala la Sedes Sapientiae cuando reclama que la formación ha de ser « sapienter et audacter hodiernis sive internis sive externis necessitatibus accommodata » ( 9 ). Sabiduría audaz, pide el Papa. Estábamos demasiado habituados a un paso de camino llano en lo que a pedagogía religiosa hacía referencia. Toda innovación no solamente no gozaba de favor en la opinión claustral, sino que inevitablemente suscitaba recelos. La palabra «audaz» sonaba, quizá, en ciertos medios conventuales a algo vitando. Hoy ya no. La palabra ha sido canonizada. El Papa nos prohíbe la pereza mental, tantas veces aunada con un rutinario amor a lo de siempre, sin sospechar que «eso de siempre» fué un día apto para una si­ tuación dada y quizá perjudicial en la de hoy. Con fundamento incontestable se ha escrito que son los espíritus atados servilmente a la letra de la tradición los menos aptos para interpretarla rectamente, precisamente porque son incapaces de sentirla según sus exigencias íntimas al intentarla vivir en una mecánica repetición que la desesencia. Los fundadores de órdenes religiosas, según observaba en otra ocasión el Pontífice, mostraron a sus hijos una tra­ yectoria de vida religiosa, invitándoles a que se esfuercen en interpretar dicha trayectoria en relación al estado variable de las necesidades de la Iglesia. En esta observación se pudiera condensar el difícil sapienter et audacter, que intima el Papa. (6) «Omnes praeterea, tum magistri tum discipuli, prae oculis semper habeant studia ecclesiastica non ad intellectualem solummodo institutionem, sed ad integram et solidam sive religiosam, sive sacerdotalem et apostolicam formationem spectare» (p. 17). «Totumque hominem sub ómnibus suae vocationis aspectibus amplecti debere, ut reapse eum omni ex parte effingat «hominem perfectum in Christo Jesu» (p. 12). (7) C f p. 11. (8) Cf. p. 16-17. (9) Cf. p. 11. NATURALEZA Y GRACIA. 14.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz