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Hacia eI salario justo 197 Citaré algunas: 1.a Es la primera: Con tal salario se paga la fecundidad del obrero, no su trabajo, el cual nada tiene que ver con su fecundidad mayor o menor o nula. Apenas merece refutación semejante dificultad, que no ve en el trabajo del hombre más que su aspecto económico, como si el obrero no fuese más que un elemento — instrumento — de producción. En realidad, lo que con tal salario se remunera es siempre el trabajo, pero no el de una máquina, ni el de un irracional, sino el de un hombre que es marido de tal esposa y padre de tales hijos. Más graves que ésta son las que se enderezan a ponderar las perniciosas consecuencias que el salario familiar podría acarrear, a saber: 2.a Dicho salario lleva consigo la práctica de los salarios caros , de donde se ha de seguir el mayor coste de la vida con las perniciosas consecuencias que esto acarrea a la industria y de las cuales se resentirán los mismos obreros a la larga. A todo lo cual puede responderse que la práctica preconizada conduce a los salarios justos; esto es lo que importa y lo que, sobre todo lo demás, ha de tenerse en cuenta. El que dichos jornales resulten caros o baratos es algo relativo y sscundario; quiero decir que serán caros si se les compara con ¡os que recibían hasta ahora, pero no respecto de los que debían haber cobrado. En cuanto a la consecuencia peligrosa que se teme — el alza de precios — , responden los defensores del salario familiar que no se sigue necesariamente; para evitar el alza basta que se disminuyan las ganancias del patrono o del capitalista a favor de la justicia en pro del obrero, y los precios continuarán como antes. Esto llevará consigo otro bien social, a saber: más justa distri­ bución de la riqueza, con la cual se obtendrá la corrección de uno de los grandes vicios del capitalismo, que es la acumulación de riquezas en manos de unos pocos y la simultánea depauperación de grandes muchedumbres; vicio deplorado tanto por los católicos (León XIII y Pío XI) como por los corifeos del socialismo, y con sobrada razón. Además, colocándonos en otro punto de mira, los altos jornales estimulan el consumo; el aumento de éste estimula la producción, y con la mayor producción se beneficia la industria, todo lo contrario de lo que vienen a producir en definitiva consecuencia los salarios bajos, que, depauperando a grandes masas, las privan de la facultad de adquirir los productos de la industria y de la agricultura; con esto disminuye y hasta cesa la demanda; al cesar ésta, el mercado se atasca; sobre­ viene la superproducción, y la superproducción paraliza la industria. E! apetito desmesurado de lucro, al rebajar injustamente los salarios, produce repercusiones suicidas. En el pecado se esconde su próximo castigo. 3.a Afírmase, además, que los empresarios preferirán la mano de obra

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