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138 Un método moderno de misiones Después de un año de trabajo, y a continuación de la visita del Jefe deMisióna las pa­ rroquias y Comisiones, el Comité Director puede abordar un Plan de Evangelización que será la síntesis—en función de la comunidad total —de todos los trabajos preparatorios de la Misión. La elaboración de este Plan es delicada, de mucha competencia y de varios días de re­ uniones. Durante ellas, cadajefe deComisión da cuenta del trabajorealizado, hace lacrítica, propone el plan de equipamiento ideal para su sector, señala los objetivos a lograr y pro­ pone los dispositivos adecuados para ello. Del análisis y síntesis de estos planes parciales de las Comisiones nace el PlanGeneral de Evangelización. «El Plan de Evangelización debe ser audazmente proyectado hacia el porvenir. Las investigaciones en sociología religiosa tienden a concluir que los cambios profundos en la vida religiosa de las comunidades deben ser buscados en causas lejanas. Sería teme­ rario esperar una mejora sustancial sin esfuerzo generalizado, coordinado, seguidodurante una o dos generaciones. El Plan de Evangelización se esforzará por abrazar una duración suficiente. Sin duda que habrá de precisarse con el tiempo, pero sería peligroso no volver a tomar en seguida las orientaciones fundamentales.» (Pilotis, núm. 3, de Metodología.) Una vez establecido el Plan de Evangelización, es fácil determinar el Plan de Misión. Bastará seleccionar para cada Comisión los objetivos que puedan razonablemente ser obtenidos por una acción enérgica y lúcida durante los meses que resten para la Misión. Pero seha de vigilar el nodispersar esfuerzos. Los objetivos hande ser pocos, fundamen­ tales y perseguidos con tesón. Según la experiencia ya acumulada por el C. P. M. I., bastan cinco o seis para cada plan regional. Por esta excesiva amplitud que se propone el C. P. M. 1. en sus misiones se han sus­ citado algunas críticas. Objetan que «se da a la misión todas las tareas de la evangelización, confundiendo evangelización de una parroquia (que engloba todos los medios de apos­ tolado y que debe proseguirse a lo largo de los años) y misión (que no es más que unme dio pasajero de «evangelización»); y estas tareas, tan diversas, asignadas a la Misión, violan e inclusodesfiguran, la tareaesencial». Tiene su parte de verdad esta acusación. El Plan de Evangelización puede existir sinque vaya abocado a una Misión. Pero éste no existe en la mayoría de las diócesis, y dar una Mi­ sión sin un Plan de Evangelización que la ambiente y que asegure su perseverancia lo estima el C. P. M. I. como una abocación al fracaso real, aun cuando las apariencias digan lo contrario. La experiencia dicta la norma de que es preciso establecer el Plan de Evange­ lización si no le hay; si le hay, la tarea de la Misión consistirá en tomar ese Plan, reani­ marlo y tratar de lograr sus objetivos. 4 .a P l a n de E v a n g e l iz a c ió n y de m isió n . 5 .a E n c u e st a so bre p r á c t ic a r e l ig io s a . Mención aparte en el trabajo de las Comisiones, merece la llamada consultación p a ­ rroquial. Para tomar conciencia de la realidad espiritual de una región no hay otro medio que hacer estadística sobre la práctica religiosa, aun cuando ésta no se identifique necesaria­ mente con aquélla. El termómetro más utilizable es el de la asistencia a la misa. Pero, en una verdadera encuesta, no basta hacer el com eo global y deducir matemáticamente el tanto por ciento de práctica religiosa. Este sondeo apenas si tiene valor para sacar conclusiones sociológicas y pastorales. Para esto se precisa conocer con exactitud la práctica religiosa en función del sexo, de la edad, de la profesión, de la habitación, de la hora de misa... En la Misión de Calais, esta consultación parroquial tuvo lugar el domingo 14 de no­ viembre de 1954. Se eligió undomingo sincircunstancias especiales que motivaran aumento o disminución de fieles en los cultos. Ese día, los calesianos que acudieron a todas las iglesias fueron sorprendidos por la ope­ ración de consulta. En la misma iglesia se les repartió una ficha de cartulina y un lápiz a cada uno. En lugar de la homilía acostumbrada, unsacerdote, desde el púlpito, fué leyendo las indicaciones precisas para que cada cual pusiera a punto su ficha. Cuanto habían de escribir era únicamente el nombre de su calle y de su parroquia, sin indicación precisa del

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