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142 Un método moderno de misiones El desarrollo deestas reuniones de barrio comprende tres partes: conversación, instrucción y plegaria. Pero sin sistematizar demasiado. El estilo de estas reuniones ha de ser libre, de­ pendiendo, en gran parte, del nivel espiritual y del valor humano de los participantes y también del carisma propio del misionero. En general, se comienza por suscitar una conversación sobre los problemas de vida de los asistentes y, de una forma natural, el misionero aporta su punto de vista cristiano. La instrucción brota espontánea, sin necesidad de que constituya un aparte. Al finde la re­ unión, como lo más normal, se hace una plegaria simpledirecta, vital, a lacual, con frecuen­ cia los asistentes aportan sus intenciones en forma de «colecta». Estas reuniones reciben diversos nombres, según el fin que se propongan. Hay reuniones de encaminamiento , que tienen por fin invitar a varios matrimonios o solteros a formar parte de la A. C. O. (Acción Católica Obrera). Esto se realiza a partir de unhogar queya pertenece a la A. C. O., yque hace de animador. Los encaminados pueden ser cristianos o no. Una reunión de evangelización es la que se realiza a partir de un lazo común que une a un grupo de familias. Se las reúne varias veces, con el finde engancharlas en un verdadero catecumenado permanente. Reunión de climatización es la que se tiene con personas de diferente condición y con objeto de abrir un barrio a la acción del sacerdote y orientar en su actividad a los militantes de Acción Católica. Todas estas reuniones pueden llegar a estabilizarse y quedar como algo permanente. Entonces reciben el nombre de comunidad de barrio, que puede ser de diversos tipos: de encaminamiento, de evangelización o de climatización. Aunque lo normal es que sólo queden en forma permanente y organizada las llamadas comunidades cristianas de barrio. Habrá tal comunidad cuando un grupo de cristianos, habiendo descubierto el carácter conmunitario del cristianismo, se decidan a vivir su vida cristiana más en unión. Por cris­ tianos no es preciso entender practicante, sino parroquianos, que en su barrio son conside­ rados como cristianos por el mero hecho de que tienen ciertos lazos que les unen con la Iglesia (prensa católica, asistencia de los hijos al catecismo, asistencia a la verbena parro­ quial...). La comunidad cristiana de barrio es esencialmente una vida encomún de las riquezas de nuestra fe, de nuestro bautismo, según se describe en los «Hechos de los Apóstoles». Esta comunidad cristiana se comprometerá a proseguir su unión por medio de reuniones mensuales, normalmente presididas por el coadjutor responsable de la zona de barrio. La comunidad cristiana de barrio ha de tener una acción apostólica concreta y propor­ cionada, para que la mantenga en vida. Esta acción debe ser colocada bajo el alto control de la A. C. (general oespecializada), que es el organismo responsable de la acción parroquial. He aquí un punto delicado que trata de resolver actualmente el C. P. M. I.: la inserción de las comunidades de barrio dentro de! plan de la A. C. Porque estas comunidades no vienen a suplir a la A. C., sino que, precisamente, han de encaminar sus miembros hacia esa orga­ nización predilecta de la Iglesia, y que su acción llegue hasta las últimas consecuencias. Para que las comunidades no disocien la pastoral han de ser seguidas en su acción por el clero parroquial, por la A. C. y por el Com ité de Evangelización. Las comunidades de barrio no tratan tampoco de suplir las reuniones de iglesia de la parroquia, haciéndole la competencia, pero sí intentan ser una solución al grave problema que se plantea hoy en las mega-parroquias donde la vida fraternal, de comunidad—esencial al cristianismo—, se ve casi necesariamente ahogada por la administración burocrática del culto y de los sacramentos. Son muchos los que opinan que es necesario llegar a una descentralización de las grandes parroquias; pero el problema ofrece graves dificultades y..., muchas rutinas que remover. Las comunidades cristianas de barrio son un intento de solución, que tiene sus precedentes en aquellas que se forman al paso de los primeros va­ rones apostólicos. En las misiones del C. P. M. 1. quedan establecidas en cada parroquia, cierto número de comunidades de barrio (de cuatro a ocho), que luego pueden multiplicarse. A veces sucede que no es posible dejar ninguna. Antes de dejar este tema, de la misión en los barrios, hemos de advertir que, después de analizadas múltiples experiencias, el C. P. M. I„ prescinde hoy de reuniones misionales esporádicas y en lugares neutros (cines, bares, salas...). Unicamente suelen tenerse algunas sesiones de cine, en las que se rueda una película apta para plantear, en torno a ella, algunos problemas religiosos o sociales. Estas jornadas de cine se desarrollan en la forma en que suele hacerse en los llamados cine-forum.

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