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100 Cristianismoy mundanidad P ero, adem ás, se ha d ejado p asar furtivam ente un a afirm ación de carácter metafísico y que es la que le h a llevado a desviaciones peligrosas y h etero ­ doxas. Es el supuesto, d ad o p o r bueno, de que el cristiano es espíritu. ¿P ero es esto un error? Sin dud a. El cristiano es un com pu esto de cuerpo y esp íritu . D e acuerdo en que el espíritu sea la p arte principal, la qu e debe llevar el go­ b ierno y a la cual se hay an de su b o rd in a r jerárq u icam en te todo s los dem ás valores. P ero no podem os adm itir esa definición com o definición esencial. Es precisam ente en esa com posición de bios y logos dond e reside la exp lica­ ción de la h um a n a inseguridad, siempre en tensión y siempre en peligro, adem ás de lo que sabemos por revelación del pecado original. E sto, que parece casi insignificante y h asta bizarro, le llevará hasta al desatino d e co n ­ d en a r el m atrim on io en nom bre del cristianism o. B astaba con que le hubiese declarado inferior a la virginidad, que es el ju sto medio de la verdad. Desde el m om ento en que h a dejado com o válido ese principio de la identificación del cristiano con la categoría espiritual, podem os ya a priori deducir su p o stu ra en un núm ero considerable de p roblem as capitales de la vida frente al cristianism o. Y a irem os viendo algunas de esas posiciones n e ta ­ mente u ltraespiritualistas. P ero siempre q u ed ará com o un magnífico te stim o ­ nio de un espíritu excepcional el implacable examen que hace de la con creta realidad cristiana, sobre todo d en tro del p ro testantism o, que es la que c o n o ­ cía y a la que se refiere nom inalm ente, aun q u e m uchas de sus afirm aciones tengan tam bién validez p ara los católicos. Tam bién su esfuerzo po r hacer de cada uno de los hom bres una p ersona responsable an te D ios de todos sus actos, un ser cristianam en te au téntico y en pugna con stan te con to d o aqu ello que p retend a hacernos creer que este m undo es un lugar definitivo, en vez de tenerle com o sitio de trán sito , una m ala noche en un a m ala po sada. Ju n to a K ierkegaard no tienen puesto los optim ism os fáciles ni la idílica superficialidad de los irresponsables. P ara com p rob arlo , vam os a p asar revista a algunas de las categorías m un ­ d an as que, según K ierkegaard, los cristianos han ido su stituyendo a las ver­ d ad eras categorías cristianas, y an tes que nada, el presupuesto de no h ab e r querido tom a r la vida en su v erd ad era seriedad. J U G A N D O A L C R I S T I A N I S M O ¿Quién está ju g a n d o al cristianism o? La cristiandad . Es el con ten ido de esta frase, un tan to llam ativa, com o p ara a tra e r la atención sobre un asun to de interés, el que nos d a la clave de fondo o trasfondo de la o b ra polém ica y acu sado ra d e K ierkegaard. Si tom am o s la cristiand ad com o organización social del cristianism o, re

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