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98 Cristianismoy mundanidad d en tro de la m asa, que le ab so rb e y le proteje co n tra sí m ismo. P ara él la vida es un ju ego y p ro cu ra pasarla lo más con fo rtab lem en te qu e le sea posible. Pero esto, en últim a instancia, no sería lo peor, si se tuviese la gallardía de reconocer que cu ando se vive en la m und an id ad se vive de espaldas al cris­ tianism o. Lo m alo es c u a n d o se pretende, com o sucede, sobre todo , en el p ro testan tism o , e n c o n trar un arreglo en tre lo cristiano y lo m und ano , falsi­ ficando de este m odo al cristian ism o y reduciéndolo a un a cosa desvahída, frívola, sin em puje; cu ando del cristianism o, que es ajenjo que debiera q u e ­ m ar las en trañ as, se hace un vaso de agua con azucarillo. Y es aquí, en esa lucha desesperada co n tra el em peño de desvirilizar al cristianism o, dond e en con tram o s al verdadero o, po r lo menos, al m ejor K ierkegaard. Es lam entab le que ta n to s filósofos de nuestro siglo se hayan ap rov ech ado del esfuerzo magnífico, au n q u e no siempre acertado , de este hom b re eslrao rd in ario , y hayan secularizado unos valores que tienen p o r fin único el condu cim o s a C risto, haciendo de ellos un uso an ticristian o , traicion ando de esta form a al que llaman su m aestro y p recu rso r. El ju d ío au stríaco M. Buber h a pod ido hacerles este d u ro rep ro ch e: «Los p ensadores fenom elóg ico s. . . , especialm ente Heidegger, han a d o p ta d o , sin dud a, la m anera de p en sar de K ierk eg aard ; pero después de excluir su supu esto fund am en tal, sin el cual las ideas de K ierkegaard, en especial las que atañ en a la relación en tre verdad y existencia, cam bian no sólo de m atiz, sino de sentido. Y . . . no sólo han prescindido de lo que hay de teológico en ese supuesto, sino tam ­ bién de lo an tropo lóg ico» (4). EL H O M B R E Y EL C R I S T I A N O T odo hum anism o de tip o n atu ra lista se afirm a a sí m ismo sacrificando a lo m eram ente hum ano , lo cristiano y sobren atu ral. U n cristianism o a n tih um a ­ nista se d esqu ita m ediante la negación au d a z de to d o lo que sea p u ram en te hum ano. Es una lástim a que no pod am o s ir a n inguna p arte con estas a c titu ­ des, a las que a veces no les falta bu en a intención y hasta valentía, pero qu e se em peñan en desconocer la realidad tal cual es, en su arm on io sa co n tex tu ra de valores hum ano s y sobren atu rales. P ara K ierkegaard, ser hom b re y ser cristiano son dos categorías que en lugar de irse ap rox im ando hasta llegar a fo rm a r u n a síntesis, se van d ista n ­ ciando gradualm en te a m edida que lo hum ano se hace m ás hum ano y lo cris- (4 ) B u b e r: O. c., p. 88.

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