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P. Gabriel de Soliello, O. F. M. Cap. 97 Veremos más ad elan te algunas m anifestaciones de esta tendencia con ci­ lia d o ra, h asta el extrem o de llegar a un triun fan te panteísm o n atu ra lista. P ero no ta rd a ro n en ap arecer espíritus sensibles que no podían con fo rm arse con que tam bién de d ía fueran p ard o s todo s los gatos. Y, com o sucede siem p re en este balanceo del espíritu, la reacción se desplazó al polo co n tra rio , siendo su máximo representan te el filósofo danés Soeren A abye K ierkegaard. E N T R A K 1 E R K E G A A R D EN E S C E N A K ierkegaard es el pen sado r de las disyuntivas absolu tas. Hegel h ab ía h a ­ blado de tesis y antítesis; pero esta oposición era relativa, puesto que am b as fases d ialécticas estab an d estin adas a reconciliarse en la síntesis. K ierkegaard reaccionó enérgicam ente c o n tra esta hom ogeneidad en que se resuelve to d a la realidad d en tro del sistem a idealista. Las categorías del p en sado r danés son catego rías irreconciliables, y podem os afirm ar que to d a su vida se resume en esto: en u n a reacción violenta co n tra todo in tento de llegar a un a pacífica com p o n en d a en tre cosas qu e se repelen en su m isma esencia. Las catego rías an titéticas de K ierkegaard pueden ser reducidas al siguiente esqu em a: Lo eterno. Lo cristiano. La persona. La seriedad. Lo espiritual. El cielo. Lo temporal. Lo mundano. La multitud. El juego. Lo animal. El infierno.. Em pleando un vocablo ya corriente en el existencialismo, direm os q u e las catego rías de la prim era co lum n a son las que representan la a u ten ticid a d , frente a la in au ten ticid ad de la segunda colum na, ten iendo en cu en ta que aqu í au ten ticid ad e in au ten ticid ad van cargadas de valor y desvalor ético y religioso, y no en esa acepción n eu tra que pretende darles Heidegger. T om a n d o com o sujeto de las categorías al cristianism o, es fácil ver su relación con las catego ­ rías de la au ten ticid a d . El cristiano es el que se con fo rm a con C risto en una relación estrictam en te personal. E sta confo rm id ad d a a su vida una p ro fund a seriedad, p o rqu e la co lo ca de cara a lo eterno , al ab so lu to . Es quien en carn a el espíritu y quien espera el cielo, po r la gracia de Dios. F ren te al cristiano de verdad tenem os al m und ano , con su preocup ación p o r las cosas tem porales, con su m iedo de quedarse solo an te lo eterno , ante el ab so lu to , p o r lo cual busca refugiarse en el an o n im ato , ser un núm ero más NATURALEZA Y GRACIA- 7.

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