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P. Gabriel de Sotiello, O. F. M. Cap. 111 qu ed a con ello indicado el cam ino po r el que es preciso volver si querem os v italizar de nuevo la religión cristiana. Y sentimos satisfacción al c o n sta ta r u n a vez m ás la aproxim ación del angu stiado dan és al espíritu de la Iglesia C atólica. El cam ino, según K ierk eg aard, no es o tro que el de la im itación de Jesucristo. Sólo m ediante esa im itación se realizará la « tran sfo rm ación cu an ­ titativ a» del carácter y llegaremos a ser p ersona o espíritu, en oposición a m u ltitud o m asa. T od a o tra relación con C risto que no sea la de im itación, se resuelve inevitablem ente en m itología y poesía. P o r eso Jesucristo predicó el cristianism o com o im itac ió n ; p ara im pedir que nos relacionáram os con El sólo a través de la fantasía. C u a n d o nos ponem os en co n tac to con un a realidad solam ente a través de la poesía, cad a individuo es libre de co n fo rm ar o no su vida con esa rea­ lid ad; pero no puede suceder lo m ismo en el cristianism o, ya que cada uno de no so tro s no p o d rá exim irse de d a r un d ía a D ios cuen ta de sus acciones en función de una etern id ad p a ra la que hem os la b o ra d o en este m undo. Y esto nos lleva al tem a de la «con tem po raneidad». K ierkegaard repite m ás de un a vez que la única m an era de ser cristiano de verdad consiste en ser discípulo de C risto , y el criterio según el cual sabrem os si nu estra vida se co n fo rm a con la del M odelo es precisam ente lo que él llam a la co n tem p o ra­ neidad, la cual incluye estos dos m om en to s: a ), un p arangón de tu vida con la del M odelo, qu e te hace sen tir la inm ensa d istancia que de él te sep ara; b ), el deseo de recu rrir al M odelo p ara que tenga m isericordia de ti y te c o n ­ ceda su gracia. «D e este m odo el M odelo es aquel que a un tiem po in fin ita­ m ente te ju zg a y el que tiene m isericordia de ti.» C om o se ve, esto implica la más ro tu n d a negación de to d a dialéctica evolu­ cionista y lleva a K ierkegaard a sostener que no puede darse un verdadero progreso en el cristianism o. Las categorías cristianas están fuera de la h isto ria. Entonces, ¿en qué relación se encu entran la fe y la im itación? P od em os decir que la fe es lo prim ero y que la im itación está en segundo lugar, en el sentido de que es siempre necesario que exista p a ra mí en la fe aquello que debo im itar. Pero, inversam ente, puedo llam ar prim ero a la im itación, en cu a n to es necesario que yo, p o r medio de un a acción que de algún m odo lleve el sello de la ética cristiana, debo e n tra r en colisión con el m undo . De este m odo se crea en mí aquella situación d en tro de la cual únicam ente se plan tea el p rob lem a de ser o no ser cristiano. Q uiere decir con esto que prim ero tenem os que decidirnos, en un sentido pascaliano, y luego com prend erem os qu e aquella d o ctrin a es v erd adera. Se refiere aqu í a las p alab ras de C risto cu ando dice: «Si alguno quiere hacer la volun tad de mi P adre, conocerá si mi d o ctrin a es de D ios o es m ía» (12). (12) Joa., 7, 17.

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