PS_NyG_1956v003n004p0093_0116

1 !0 Cristianismoy mundanidad lo que hizo fué alzarse con la gracia y m a rc h ar lo más lejos posible de D ios, p ara allí — nuevo hijo p ród igo — entregarse librem ente a la m und an id ad . «Tal es el p ro testan tism o . N o cabe d u d a r que su desm oralización es la m ás p ro fu n d a que jam ás se haya visto en el m undo .» A claremos un ta n to el concepto que K ierkegaard se ha fo rm ado del p a­ pel que desempeña la gracia divina en el hom b re. El cristian ism o exige de éste tal o cual cosa p ara que pu ed a alcanzar la salvación. A nte esa exigencia, el hom b re se siente angu stiado , ab atid o , al com p rend er su radical im po ­ tencia; pero es entonces cu ando se le acerca la gracia y le dice: «N o tem as, que aqu í estoy yo p ara ayud arte.» Y an te esta ayuda, el hom bre, que en vista de su debilidad, se hallaba d esco razonado y se cru zab a de brazos, se lan za ya an im oso a la conqu ista del ideal, que es la im itación de C risto. Este era, com o si d ijéram os, el plan divino. P ero viene el pro testan tism o y dice: «U na vez que tengo la gracia, está de más m i coop eración .» Y así sucede que lo que se nos d ió p ara an im arno s, lo hem os convertido en ocasión p a ra eva­ d irno s hacia la buena vida. D u ran te b astan te tiem po K ierkegaard con fund ió la d o ctrin a cató lica acer­ ca de la gracia con la d o ctrin a pelag ian a; pero cu ando se info rm ó m ejor de que el catolicism o adm ite tam bién la p rio rid ad de la gracia en la actividad hum a n a en o rden a la salvación, deseó que se realizase un m ayor acercam ien to en tre cató lico s y pro testan tes en un asu n to de ta n ta trascendencia. Según Lu tero, ningún hom b re puede so p o rta r la angustia de p en sar que su esfuerzo pu ed a ser decisivo en orden a un a felicidad o un fracaso eterno s. P ero tuvo un m o d o cu rio so de sobreponerse a un tal estado de an g u stia : confiarlo to d o a la gracia y entregarse a go zar de la vida. «Por medio de la gracia — escribe K ierkegaard, com en tando la actitud de L utero — todo s es­ tam o s salvados; el negocio qu ed a resuelto de un a vez p a ra siempre y luego nos en tregam os a gozar de la vida en u n a fo rm a com pletam ente pagana, siendo así que el cristianism o, al d arn o s la gracia, lo que pretend ía era ju s ta ­ m ente lo co n tra rio : tran sfo rm ar nu estra existencia.» C om o hemos pod ido observar, K ierkegaard va desasiendo al hom b re de todo s aquellos soportes que le sostienen sobre lo finito, a fin de que m arche en u n a dirección de progresiva espiritualización y pueda realizar su d estino cristiano sobre la tierra. C R I S T O , E L M O D E L O Y a hem os h ab lado suficientemente de las falsificaciones en que ha caído la cristiand ad, sobre to d o d en tro del p ro testan tism o, y «sobre to d o en D ina­ m arca», suele a ñ a d ir K ierkegaard al to c ar estos temas. En cierto sentido

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz