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P. Gabriel deSotiello, O. F. M. Cap. 103 p la ta a desentenderse del cristianism o de u n a vez p ara siempre, y esto con elegancia y h asta p rod ig an d o alab an zas al cristianism o, que h ab ía hecho po ­ sible, siendo él un p eldaño más, llegar a la gloriosa cim a de la filosofía idealista. Y adem ás, b ajo el pretex to de en cum b rar un simple hecho a valo r univer­ sal, lo que se hacía era tra sp la n ta r al cristianism o del cam po de la vida, un c am p o que podem os llam ar existencial, al cam po de la d o ctrin a y del sistema. ¿Quién no qu ed ab a suficientemente pag ado con po d er o cu p a r un puesto d en ­ tro del sistem a idealista? (5) C o n tra esta fra u d u len ta sup lan tación se va a levan tar el sentido cristiano y existencial de nu estro p ensador. Con su iron ía socrática y maliciosa, co­ m enta K ierkegaard aquella an écdo ta del que viene p o r un cam ino y p reg u n ta si es aquél el cam ino de Londres, y el in terrog ado co n testa: «Sí, señor; pero p ara ir a Londres te n d rá usted que d a r la vuelta.» M uchos filósofos, y ya se sabe a quiénes ap u n tab a , cu ando h ab lan de Sócrates, dicen que en él la filosofía « tod avía no es más que vida». D espués en P latón se hace d o ctrin a, y más tarde, ciencia. Y en el cristianism o ha o cu rrido algo sim ilar. Se dice que en C risto y en los apóstoles, en los prim ero s cristianos, el cristianism o «todavía no era más que vida». Luego se evolucio­ n a ; el cristian ism o se convierte en d o c trin a ; luego, en ciencia, y así sigue p ro ­ g resando in d e fin id am e n te ... «¿Este cam ino lleva a Londres?» «Sí, señor; p ero a condición de que dem os la vuelta.» Y nos d a la explicación psicológica de esta ad u lteració n : «C uando la filo­ sofía y la religión form an la vida de un hom bre, p o r ser ta n to la filosofía com o la religión dos cosas heterogéneas con esta vida terrestre, su vida (la v ida del hom b re religioso y del filó s o fo )... pierde todas las ventajas relativas a los bienes de la tierra. Y esto, com o era de esperar, no com place m ucho a la gente.» ¿Y no p o d ría en con trarse un remedio? Sí, sin duda. El rem edio co n ­ siste en hacer de la vida u n a cosa y de la filosofía y de la religión o tra ; y de esta suerte puedo vivir desp reo cup ado de las exigencias vitales de la filosofía y de la religión, ya que ellas se van a co n ten ta r con ser únicam ente ciencia, algo pu ram en te objetivo e im personal. Y aquí tenem os una segunda falsifica­ ción del cristianismo. ( 5 ) Puede verse en Max Scheler una breve y aguda exposición de aquellos sistemas monistas para los cuales no hay un grupo de objetos y valores específicamente religiosos. Para la concepción gnóstica, la metafísica es la religión de los pensadores, y la religión, la meta­ física de «las masas». Entre ellos se cuentan los filosófos alemanes de la llamada especula­ ción «clásica»: Fichte, Hegel, Schelling.— Cf. M a x S c h e l e r , De lo eterno en el hombre, traducción de J u l i á n M a r í a s (Madrid, 1940 ) pp. 53 ss.

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