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P. Julio de Amaya, O. F. M. Cap. 61 lo s m ismos fines p ara la vida del hom bre. Pero, a pesar de las variantes que se d ará n en los estadio s interm edios d e esa o rdenación , hay un m om en to en que coinciden la perfección del fin y la necesidad del sujeto. Es el estadio co rres pond ien te a la p alab ra en cu a n to apo stó lica, perfecta en su fin po r ordenarse a la fe, al increm ento de la vida cristian a y a la salvación, y perfecta en sus exigencias p o r o rden arse a la m ism a salvación con necesidad de medio. Y éste es el p u n to en el qu e el sacerdote con sidera la p alab ra en su aspecto ético . Y a puestos en este ángu lo de visión de la in terpretación teológica de la p alab ra, hay un a frase en el Evangelio que tiene explicación sencilla. A quella en que Jesús afirm a solem nem ente que tendrem os que d a r cu en ta de to d a p alab ra ociosa an te el tribun al de D ios. Q uiere decir do s cosas. P rim ero, que, supuesto que la p alab ra es uno de los m odos fund am en tales de ejercitar el ins tin to de sociabilidad, este in stin to ha de ser regu lado p o r la p rudencia lo m ism o que los d em ás; pero tam b ién q u e la ética de la p alab ra no restringe su com etido escuetam ente a rep rim ir lo ilícito, sino qu e exige la utilización de to d as sus posibilidades p ara el bien. Y el fru stra r esta positiva obligación d eb e e n tra r en el examen de conciencia de to d o cristian o com o un pecado de om isión, cuya trascenden cia en ciertos casos puede ser incalculable en la ex p an sión y crecim iento del reino de D ios. P o r ta n to , si la p alab ra está sujeta a una ética cu ando sirve a la publicidad com ercial, a la p ro p ag a n d a política, al anuncio, a la difusión de ideas o instin tos, más o menos encubiertos, p o r m edio de los slogans de la rad io y la televisión, c u a n d o se tra ta de su uso in m ediato p a ra el servicio de D ios, esta moral en c u en tra su justificación plena y adecuada. Entonces la p alab ra ya no es un mero medio técnico de difusión ni un elem ento de hum anism o solam ente, aun en el caso de que con stituya u n a dim ensión de la personalidad hum an a. Es una fo rm a viva del testim on io cristiano an te D ios y an te el m undo, expresam ente im puesto p o r Jesús y p o r su Iglesia, o rd en a d o a la tran sm isión del mensaje y la actualización de la fe en el co razón de los creyentes. De aqu í a rran c an graves consecuencias. Ya, en un orden estrictam en te h um a n o y n atu ra l, la obligación de utilizar el lenguaje, y to d o lo que en la c u ltu ra y la civilización se relacion a con él, com o un medio de expresión d ivi na, com o un a revelación de los atrib u to s de D ios d en tro del universo racion al. Y en el plano so b ren atu ral, la de constituirse en medio in strum en tal de la re velación m ed iata en m anos del M agisterio y en fo rm a apostó lica de todo s los bautizado s. Es decir, la p alab ra alcanza inm ediatam en te un a valoración reli giosa y se convierte de derecho en procedim iento norm al en el ejercicio de un m inisterio que com pete a todo s los fieles. b ) C u lt u r a y Kerygma. — A ho ra bien, la p alab ra es un valo r hum a-
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