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9 : El apostolado de lapalabra ad ecuado, etc. N o d ejando a la libre im provisación lo que exige u n a m aestría y un ap rend izaje; ofreciendo a la gracia desde el lado h um ano , que es el que inm ediatam en te depende de no so tro s, las m ayores g aran tías posibles de éxito. P. J u lio de A m a y a , O. F. M . C a p . Colegio Mayor de Sda. Elocuencia. Madrid C O N C L U S I O N N os alarg aríam o s indefinidam ente si quisiésemos hacer de este tra b a jo algo m ás que un ensayo. En él se presen ta el p an o ram a general de un tra ta d o sob re el a p o sto la d o de la palab ra. Q uedan aún p o r d esarro llar m uchos as­ pectos. Pero ju zg am o s qu e puede servir de presentación al Boletín p erm a­ nente de predicación qu e irá ap areciendo a través de nu estra revista. A cabarem os insistiendo en la necesidad d e que el m inistro de la P ala b ra ad q u iera un concepto claro d e su m isión an te el m undo . C risto, com o V erbo , será el in sp ira d o r de sus p a la b ra s; com o H om b re perfecto y com o V ida, el ejem plar de sus ob ras. Así b ro ta rá en su conciencia u n a clara concepción de la o riginalidad y grand io sid ad de su vocación ap o stó lic a; te n d rá un p rin cip io fecundo de arm onización de su vida entera, un cen tro de u n id ad p a ra su v ida espiritual, y un a d o ctrin a m ás fu n d ad a de la acción pasto ral, d e su sen tido , valor y fecundidad. A d q u irirá un a teología de la vocación apostó lica en la Iglesia que suscite su entusiasm o, y se acab arán las quejas d e los qu e no saben e n c o n trar en su sacerdocio y en su m inisterio con creto las fuentes de la p ro ­ p ia satisfacción. P o rqu e e n c o n trarán en el apo sto lado de la p alab ra el medio de p articip a r en el m inisterio social de la Iglesia, y ap re n d erán a utilizar su m inisterio com o in strum en to de redención y santificación p rop ia, y no com o un peligro. En co n tra de aquellos, aun teólogos, que afirm an que la acción apostó lica no tiende directam ente a la santificación del sacerdote que la eje­ c u ta, llegará a percibir qu e sí. Q ue el p red icado r debe purificar y ju stificar an te D ios y an te los hom bres su acción p asto ral con la oración y el ofrecim iento d e obras. P ero que en su m ism a acción hay un principio intrínseco y d in ám ico , que es el con ten ido m etafísico de to d a acción cristiana, hecha en estad o de gracia particu larm en te, p o r el cual está d irig id a hacia un fin espiritual. Y que su trab a jo , im p regnado de in strum en talid ad red en to ra, im ita la acción del V erbo E ncarnado.

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