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P. Julio de Amaya, O. F. M. Cap. 5 9 lecto r estar pendiente de la buena o m ala instalación de altavoces, d e las in te r­ ferencias de ond as en la radio, de las vibraciones en el recep to r de televi­ sión? (3). Y, sin em bargo, la p alab ra es un valo r hum anístico de incalculable im po rtan cia, independientem ente de los m edios técnicos a los que pueda unirse. Hace falta que se la considere en su in teg rid ad : en sí m isma, en sus matices, en el to n o que reviste en cad a generación, en el sentido ín tim o del lenguaje que tenga el que la utiliza, etc. C u ando todo esto es tenido en cu en ta, ap arece fácilm ente en su función trascendente y divina. Pero casi todos los elem entos integran tes que acab am o s de señalar desaparecen muchas veces en la actu alid ad bajo el peso de los medios técnicos que la som eten, d ism in u ­ yendo su v alo r hum anístico. Ultimamente , y en consecuencia — las razones podrían aum entarse — , la p alab ra, capaz de crear po r sí m isma tod a una dim ensión espiritual d en tro de la vida hum an a, no ha cum plido con su m isión de m odo eficiente y a d e c u a d o ; ha perd ido lo que llam aríam os su personalidad p ropia, se ha mecanizado, se ha hecho estática; ha sufrido de arterioesclerosis en sus tonos, en sus re­ conditeces expresivas, en sus sutiles contenidos. El uso y el abuso de la m ism a com o m ero ó rg ano de publicidad y p ro p ag and a ha sido posiblem ente la cau sa de esta situación. Y te n d rá que p asar algún tiem po hasta que la p alab ra r e c u . pere su valor e independencia, hasta que o tra vez podam os sentirla inm edia­ tam en te. Está, pues, ju stificado el tema. 1 LA P A L A B R A C O M O P R O B L E M A A pesar de todo , la palab ra debe m antener su catego ría ap o stó lica au n al m argen del cam po estrictam ente religioso. La defen sa del leguaje no puede ser exclusivam ente g ram atical ni qu ed ar al cargo de las A cadem ias de la Len­ gua con derecho privativo. Poco a poco se van lev an tan d o voces nuevas, que reclam an el derecho de defender la p alab ra. En la m edida en que la cu ltu ra actual va asim ilando las nuevas técnicas y haciendo o ír su voz an te la p etu lan te presunción de las fuerzas fisicoquím icas, los estud io s del lenguaje van d e s ta ­ cando algunos aspectos que antes q u ed a b an to talm en te igno rado s. (3) Es decir, creemos que se puede afirmar, sin caer en la exageración, que la palabra está en crisis. N o en cuanto medio transmisor de sentimientos o de situaciones: ni acaso en cuanto instrumento expresivo adecuado. Pero si en cuanto va perdiendo su valor propio de significación, la modalidad personal que adquiere en cada uno y la originalidad y selección en su uso.

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