PS_NyG_1956v003n004p0057_0092

8 4 El apostolado de lapalabra verdad revelada y lo g rar una en carnación nueva y actual de la P ala b ra eter­ na sin con fund irla con n inguna p alab ra h um a n a; p o n er com o fondo el dogm a en su sim plicidad, llena de vigor, a la m an era com o aparece en el Evangelio; go lp ear siempre y fuertem ente los m ismos p un to s del alm a, m etiendo h asta los tu étano s y en fo rm a p o p u la r la verdad que salvara a ca d a uno. H a b la r con un a p alab ra que, siendo h um a n a y revelando suficientem ente el p ro p io espí­ ritu y el ca rácter personal del agente, se pu ed a llam ar con to d o derecho p ala­ b ra de D ios. T o d o reco rd ando qu e no somos D ios, com o Jesucristo, pero que som os Jesucristo po r delegación y m inisterio. Q ue nu estra p alab ra es s u y a ... En fin, creer que la salvación vendrá de esa palab ra que él publica, y no del K rem lin ni de la C asa B lanca; tener esperanza en Jesucristo, que le ha env iado . Y , en consecuencia, renun ciar a sí m ismo y a su p o p u larid ad , p ara cederla a C risto, y estar dispuesto a ser linchado, com o es ley de la vida de to d o p rofeta. E sta fidelidad al m ensaje, qu e es la n o ta típ ica del p ro feta, no im pide en m a n era alguna que se tenga en cu e n ta el c a rácter histórico de la do ctrin a. El es el « locu to r de D ios», «la bo ca de D ios», el in strum en to hum ano al servicio del pensam iento del V erbo, que sirve a los hom b res sus p alab ras según el m om en to histórico en que él se h alla, con relación al hecho cu lm inan te d e la nueva econom ía de la en carnación y de la redención objetiva. Esto lleva co n ­ sigo algunas exigencias nuevas. La p rim era, la de cum p lir su m isión co n la p ro p ia vida, an ticip an d o con su existencia personal estado s y relaciones que no pertenecen a la condición actu al de m undo h istó rico y revelan el fu tu ro estadio del R eino de D ios. C on serv ar la v irtu d quasi-sacram ental de ilum in a­ ción y santificación que tiene la p alab ra divina, tran sm itiéndo la en su a u te n ti­ cidad to tal (21) y sin reb a jar el cristian ism o al nivel de u n a d o ctrin a h um a n i­ ta ria y social (22). Pero en su in teg ridad tam bién (23), p o rqu e el m en sajero ( 21 ) Ya hemos dicho que ni el objeto de la predicación ni las ideas concretas que debe desarrollar están a su elección. Encerrar la buena nueva en la estrecha cuadrícula del pensa­ miento humano no es comunicar esa buena nueva, sino adulterarla. ( 22 ) Este peligro será inmediato para el predicador que esté demasiado preocupado por la novedad y modernidad; para quien olvida que Dios es siempre el mismo y el hombre es siempre el mismo; para quien no recuerde que Cristo sigue pensando hoy sobre cualquier asunto de igual manera que hace dos mil años; para quien piense que la verdad cristiana puede ser romántica, idealista, realista o subrealista... De esta manera, con su palabra hu­ mana pretendería, consciente o inconscientemente, quitar eficacia y valor a la cruz de Cristo, impidiendo que se manifestase el poder del Espíritu. Cf. 1 Cor., 1 , 17 ; 2 , 4 . ( 23 ) Com o texto típico en la literatura, recordará el lector lo que decía un pastor pro­ testante, personaje de una obra famosa. El doctor Casulla afirmaba: «M i sermón sobre el significado del maná en el desierto puede adaptarse a casi todas las ocasiones.. . , alegres o, com o en el presente caso, luctuosas. Lo he predicado en fiestas campestres, en bautizos, confirmaciones, días de penitencia y fechas solemnes. La última vez que lo prediqué fué en la catedral, com o sermón de caridad, a beneficio de la Sociedad preventiva contra el descontento de las clases altas.» Ya se ve. En su sermón sobre el significado del maná estaba resumido, para ese señor imaginario — seamos indulgentes — , todo el contenido del mensaje evan­ gélico.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz