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P. Juliode Amaya, O. F. M. Cap. 83 co n sid erar nos enfren tarán con su psicología y sociología. R esum iendo : creemos que la actitud vital del p red icado r, su esp íritu en c u a n to m ensajero de C risto, se pu ede resum ir en estas tres cu alid ad es: profeta, evangelista, testigo. Vamos a analizarlas brevemente. A ) E l pr e d ic a d o r c om o p r o fe ta de C r ist o . — ¿Qué es un profeta? D e m om en to no im p o rta n d irectam en te investigaciones deten id as o rdenadas a alcan zar la definición m ás precisa (16). Es el que habla en nom bre de otro. C risto ap areció en el m undo com o pro feta p o r an to n om asia anunciado en el A n tiguo T estam ento . Es la p a la b ra del P ad re, en el nom b re del cual habla. La encarnación es ya un a revelación objetiva de D ios, la m anifestación com p leta y perfecta m ediante la cual el P adre resplandece en su H ijo hecho hom bre. P ero en la conciencia de C risto está tam bién el que está d estinado a esta m isión (17), que luego ha de en com end ar a sus con tinu ado res (18). Y así como C risto lo es del P adre, el p red ic ad o r es un revelador de C risto, un resonador, un eco. U san d o de un a com p aración m od ern a, diríam os que es su agente de publicidad. E sta publicid ad tiene un sen tido form alm en te profètico (19), y lleva con sigo la respon sab ilid ad de la p a la b ra (20) y el aju starse a las exigencias de la m isma. P ro clam ar el hecho de la salvación p o r la fe en C risto m u erto y resu c ita d o ; tran sm itir el pensam ien to divino, callando so lam en te cu ando Dios qu iera m an ifestar su p alab ra en fo rm a m ilag rosa; ser un intérp rete fiel de la ( 16 ) Las interpretaciones hechas a base de su etimología han sido diversas. Para unos, «nabí» — el vocablo hebreo con que se designa al verdadero profeta— habría que derivarle de «nabá» ( = aief), que significa «el hombre que habla», un hombre poderoso en discursos, que convence por su palabra. A lgo correspondiente a nuestra frase: «Es un o r a d o r ...» Otros la derivan de «N aba» ( = ayín), cuya raíz indica abundancia, y querría significar un hombre de hablar fervoroso, ardiente. Y hay quienes pretender encontrar su verdadera raíz en el vocablo asirio «nabaa», que significa anunciar una nueva, traer un orden nuevo. Real mente, todas estas acepciones pueden incluirse muy bien en el significado real de la palabra. ( 17 ) Cf. Le., 4 , 4 3 : «Oportet me evangelizare regnum Dei. quia ideo missus sum.» ( 18 ) Expresamente se les dice que son enviados de modo análogo a corno el Padre envió a Cristo ( Io., 20 - 21 ); que el espíritu hablará a través de ellos <Mi., 10 , 19 - 20 ); que el que les escuche será com o si escuchase a Cristo (Le., 10 , 16 ), y que el que les reciba com o a profetas recibirá premio correspondiente a su fe (M i., 10 , 40 - 41 ). ( 19 ) Cf. Jer., 1 , 10 : «M ira que pongo en tu boca mis palabras.» Recuérdense, entre los textos de San Pablo, lo que dice a los corintios: «D ios puso en nuestras manos la pala bra de reconciliación. Somos embajadores de Cristo, com o si D ios os exhortase por nos otros» (2 Cor., 1 , 19 ). Y a Tito: «D ios, a su debido tiempo, manifestó su palabra por la predicación a mí confiada» (Tit., 1 , 3 ). ( 20 ) Acl. 6, 2 ; 2 Tim., 1 , 11 ; Me., 16 , 20 ; Jo., 14 , 24 ; 12 , 49 . «Pero saben también que Cristo estará con ellos para cumplir su encargo» (M i., 28 , 29 ; 10 , 27 ), «especialmente cuan do tengan que comunicar cosas desagradables y sufrir por ello las persecuciones de los hombres».
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