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82 E! apostolado de ¡apalabra al faltar el fuego del E spíritu pierden su sentido y se convierten en m eros voca blos que inspiran desconfianza p o r la frecuencia con que se escuchan en to dos los pulpitos. P ero no basta. Ese algo que se h ab la debe ser la p alab ra de D io s: C risto y su d o ctrin a salvado ra (15), conociendo de an tem ano , p ara que le sirva de base, a D ios y al hom bre — a éste a través de sí m ismo — y las relaciones que deben surgir entre am bo s térm inos. T o d o ello en servicio de los hijos de D ios. Sujeto pasivo de la p redica ción. P ero a los hijos de D ios en concreto. A unas alm as angu stiadas que viven hoy y ah o ra , en este país y en este am biente, con unas d eterm in ad as circun s tancias psicológicas, económ icas, sociales..., a fin de ejercitar con ellos una es pecie de dirección pública en orden a su salvación y a la expansión y perfección del R eino de D ios sobre la tierra. A unos hom b res que merecen respeto, porqu e son redim idos y p articip antes de la m ism a herencia, a quienes rep re senta delante de D ios, que con el m ismo derecho que él llam an al Señor Padre nuestro. . . Q uizá parezca que esto supone dotes excepcionales. En p arte, hay que decir que sí. U n a ciencia, un as dotes intelectuales, un conocim ien to y un a cul tu ra, necesarios p o r razón de ejem plaridad, de m agisterio y de la m isma na tu raleza de la función a desarro llar. U n a lengua, unas cualidades físicas n o rm a les d esarro llad a s al m áxim um d en tro de las p rop ias posibilidades. U n alm a, una vida, un espíritu. Las grandes m isiones exigen grandes responsabilidades. V LA P R E D I C A C I O N C O M O V ID A Y a h a q u ed ado expresam ente an o ta d o an terio rm en te que to d o m inisterio supone un espíritu, u n a actitu d vital correspond iente que establezca sin tonía en tre la vida in terio r y la m isión encom endada. El m inisterio de la p alab ra exige tam bién este fund am ento. La p alab ra, en cu an to m inisterio, nos ha hecho a d e n tra rn o s en la teología de la p redicación; la p alab ra, en cu a n to vida, nos p resen ta su ética, su ascética, su m ística. Lo m ismo que o tro s aspectos a (1 5) T em a aparte, p ero de gran im portancia y rela cion a d o co n éste, es el saber hasta qu é pu n to p uede el p red ica d or exp on er lo que se pudiera llam ar su id eología p rop ia , sus pun tos de vista, m ás o m en os independientes de las fuentes de la revelación y el M agisterio. U rg ién d olo m u ch o, partim os d e que n o diga nada en con tra, n o hay verdad alguna que sea independiente de la revelación . P ero hay un m argen de interpretación en la letra revelada, en las características de ca d a é p o ca , etc., d on d e entran los criterios personales. ¿C u ál debe ser su lím ite? Sin detenernos a dar una respuesta, quisiéram os m anifestar el deseo de qu e nunca tuviese que decir en estos ca sos del p red ica d or lo q u e afirm aba aquel a ba te: «C o m p a d e ce al p ob re p red ica d or y ruega p o r él, pues se afana p o r decir grandes cosa s co n labios p e q u e ñ os.»
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