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78 El apostolado de lapalabra e in im itab le que d a el vivir en el am biente adecuado. Que si p a ra h ab lar bien el inglés hay que ir a G ran B retaña, p ara h ab lar el lenguaje de D ios con el acento p ro p io hay que vivir en la atm ó sfera de D ios. P o r o tra p arte, es tam bién la v ida sa n ta la que d a la intuición y el sentido del m isterio y de sus consecuencias m orales, ilum ina, p rovoca la ad ap tación po rqu e supone un a com p ren sión personal de cada verdad divina, ofrece el clim a ad ecu ado en el que se perciben las orien taciones prácticas, d a la no rm a de lo ecuánim e y lo ju sto y el op tim ism o que debe resp irar to d o m ensajero del Evangelio. Y a veces piensa u n o que no a b u n d a esto exageradam ente y qu e algo de cierto p o d ría h ab er en aquel rep ro ch e: «U stedes, los sacerdotes rom ano s, saben d em asiada teología. N i el cen tu rión ni la sam arita n a sabían ta n to .» bb) La Biblia: La p alab ra de D ios escrita. H a dicho Sertillanges que si n u estra condición de sacerdotes y cristiano s no nos exigiera la m editación de la Biblia, lo exigiría la condición de adm in istra d o r de la p alab ra de D ios. Evidente. Un p regonero del V erbo es el p o rta d o r de su p alab ra y debe co n o ­ cerla. N o po r derecho, sino p o r obligación. P o rqu e la predicación no es in ­ ventiva, sino tradicional y con serv ado ra p o r p a rte del ob jeto y p o r p a rte del con ten ido . Lo m ismo que la tradición en general, de la cual es in strum en to . Y es en la S ag rada E scritura dond e principalm en te se halla la p alab ra de D ios. Su m ateria, su vocabulario, su rica expresión figurada, sus ejemplos prácticos, ofrecen recursos inagotables. Y su eficacia carism àtica influye en los oyentes de un a m an era particu lar. P o r m edio de ella, y m ed ian te el ap o s­ to la d o de la p alab ra, Jesucristo, así com o en c u a n to Verbum caro alim enta la vo lun tad y robustece la energía y el carácter, en cu an to Verbum Dei d i­ viniza en algún m odo nu estra ideología, alim en ta la inteligencia y vivifica la f e . . . (10) cc) La Tradición: La cu ltu ra libresca nos im pide a veces en la actu alid ad d ed icar m ás tiem po a la p rop ia reflexión y a la lectura de las o b ras fund am en ­ tales. Los S an to s Padres, sin em bargo, aco stum b rado s a la lectura y m editación asidu a de las E scrituras, son la m ejor fu ente p ara la form ación de una m ente au tén ticam en te cristiana. A su lado hay que poner, com o trad ición viva y c o n tin u a, las vidas de los santos, la h isto ria de la Iglesia, la natu raleza y el a rte ; de un m odo especial, la L iturgia, com o fuente de explicación d o gm á­ tica, de citas preciosas y de m an antial de inspiración de temas, p o r lo que h a m erecido que se la llame la Biblia eclesiástica; y sobre to d o el M agisterio vivo de la Ig lesia. . . dd) La Teología: U ltim am ente, la adquisición de un a conciencia clara de su m isión fu tu ra, de un estilo evangélico ad ecu ado y de una ad a p ta ció n (10) Basten aquí estas ind icacion es. El m o d o de estudiarla, la frecuencia, las citas y su u so, lengua, etc., son cu estiones qu e pertenecen a un cu rso de elocu en cia sacra.

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