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76 El apostolado de lapalabra de ciertos dogm as o verdades im popu lares. N o podem os m u tilar el sím bolo ni la más m ínim a p arte de la revelación. Y esto p a ra todos. El cristian ism o no tiene dos d o ctrin as: una p ara los cu lto s y refinados y o tra p ara los sim ­ ples e igno ran tes; p ara todo s el Evangelio pleno. P o d rá n usarse diversas téc­ nicas, pero no enseñar diverso con ten ido . La verdad au tén tica y escueta puede e n tra r en cualquier inteligencia con tal de que se busque el resquicio adecuado. b) en concreto: P ero — m ás en concreto — el objeto de la p a la b ra es C risto, el V erbo E ncarn ado , que es el quicio del m undo . Jesucristo en su persona, y en su vida d iv ino-hum an a, p articu larm en te Jesucristo crucificado; un C risto autén tico , visto en su integridad y a través de su psicología de D ios- H om bre. Jesu crito en su d o ctrin a, estud iado en la Biblia, que h ab la to d a de El. P o rque, com o dice A gustín, si en algun a p arte no se ve a C risto en la B iblia, es que no se la sabe leer. Jesucristo y su d o ctrin a en la teología, de la qu e El es el ob jeto form al term in ativo en c u a n to medio de acceso a la vida ín tim a de D ios y principio de inteligibilidad de la verdad divina. Jesucristo en la M o ral, que no es o tra cosa que su d o ctrin a puesta en acción, y p o r la que se d e­ m uestra al m undo que vivimos no sólo de sus consejos y en señ an zas, sin o particu larm en te d e su m ism a vida, que se nos ofrece com o ejem p lar perfecto, p o r su id en tid ad de n atu raleza, de medio y de fin con la nu estra. Jesu cristo en la L iturgia, que nos rep resen ta la renovación de sus m isterios en la vida de los fieles. Jesucristo en la H isto ria, sobre to d o en la h isto ria de la Iglesia y del C u erpo M ístico, que es la v erd ad era h isto ria del m undo. Y ú ltim am ente Je su ­ cristo en su vida y sus ob ras, en cu a n to ejem p lar e imagen de D ios. Un C risto to ta l y no p artid o , visto no solam ente con ojos de asceta, ni de psicólogo, ni de artista, ni de sociólogo, sino con ojos de fe, con ojos divinos. Un C risto vivo hoy, con influencia actual sobre la vida y el m undo , ta n to p o r su vida evangélica e histórica, com o p o r su vida gloriosa, eucarística y eclesiástica. Este es el objeto de la predicación po r excelencia, y en atenerse a él está el secreto de la eficacia de la palab ra. C u an d o se predica a C risto, se predica la verdad entera, p o rqu e El es el fondo y la razón de la E scritu ra, la P a trístic a y la A scética enteras, y p o rq u e su vida y su d o ctrin a responden a to d as las exigencias y necesidades de la predicación dogm ática y m o ral de cu a lq u ie r época. El Evangelio es C risto, su vida y su ser, y El es el m ejor com en tario d e la B iblia y de la h isto ria del m undo desde el p u n to de vista de los planes de D ios. La historia bíblica es el resum en del am o r de D ios al hom b re y del qu e éste tiene que tener a D ios. P ara eso to d a la E scritura, dice A gustín, se resum e en la C aridad. P ero C risto es este am o r en carn ado , a fin de que se m uestre en El de un a vez y en u n a m ism a P erso n a: D ios am an d o a los hom b res y el hom b re am an d o a D ios, y estando am bo s am ores en el m ism o plano de v a

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