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58 El apostolado de la palabra d iato an te el hom bre de hoy con su trascendencia religiosa y ap o stó lic a; y, al menos de m odo reflejo y consciente, a veces ni siquiera en c u a n to m edio de p rop ag and a, a pesar de co n sta ta r el hecho d iariam en te con un a repetición d eso rb itad a. ¿Por qué así? Primero po r la valoración fo rm u lista que el lenguaje ha venido adquiriendo. — Más ad elan te insistirem os de m odo más concreto so ­ bre e s to — . De ta n to h ab lar y de ta n to poner segundas in tenciones tras las lim pias palab ras, el lenguaje se ha ido q u ed ando a veces solam ente en fó rm u ­ la, en técnica p ro p ag and ística, que puede usarse sin com prom iso, sea cual­ qu iera su fo rm a y su finalidad. Se usa y se abusa exageradam ente del don divino del lenguaje, privándole así de su espon tan eid ad de significación. P ara ap re n ­ d er a h ab lar o tra vez com o conviene d eb ería el m undo en tero g u ard a r silen­ cio ab so lu to d u ran te cierto tiem po hasta que las palab ras renaciesen y se hiciesen nuevas y com prensibles, ap tas p ara hom bres sinceros. ¿Es que no h ab rá llegado la h o ra de ensayar la cu riosa teo ría de «racionalización del esfuerzo laríngeo, en o rden a un a más riguro sa y selecta p rodu ctiv id ad de la conversación hum ana?» (2). T ras la frase de hum o r late to d o un problem a. En segundo lugar op in am o s que la p alab ra está a ú n lejos del cam po m ag­ nético que atra e la atención de la cu ltu ra actual. Sin negar el avance logrado en los últim os año s en to d o lo que se refiere a estos temas, y la relativ a a b u n ­ dancia de la producción literaria de que han sido objeto, parece evidente que la cu ltu ra de nu estra época sigue siendo cientifista en vez de hum anista. Y es n atu ral que, d en tro de esta cu ltu ra, la palab ra ocupe un puesto de segundo o rd en . T odavía perm anece com o vehículo norm al de la com unicación h um a­ na, pero com p artiendo sus funciones con un m ayo r uso de la escritu ra y con los nuevos medios de divulgación de noticias. E lla m isma viene frecuente­ m ente encarcelada en una técnica, to d a v ía sin asim ilar com o sería deseable, qu e hace a la gente fijarse ta n to en el medio m ecánico de que se sirve com o en la p alab ra en sí m isma y lo que ella puede suscitar. ¿N o le ha o cu rrid o al (2) J. M a ría Pérez Lozano: Las campanas tocansolas. Editora Nacional (Madrid, 1955), página 203. — El pasaje es típico y nos permitimos citarle íntegro. Era la teoría de Lucas, el loco empeñado en organizar técnica e industrialmente la producción de palabras en el mundo. Así le expuso su teoría a Tiberio: «El mundo anda mal porque la gente habla dema­ siado. Yo he creado una nueva especialización científica: la racionalización del esfuerzo larín­ geo, en orden a una más rigurosa y selecta productividad de la conversación humana. Instalaré, Dios mediante, una gran fábrica de palabras en serie, y organizaré unos cupos de distribución para cada quisque. Habrá permiso de importación para palabras, previo sacudido de los macha­ cantes. .. Cada individuo tendrá un cupo diario de den palabras. Cuando se le acaben, a callarse. Y si se pone tomo, restricciones, corte de fluido lingual seis dias por semana y multita en papel del Estado a abonar en mi casa... En cuanto la gente hable menos, ni guerras, ni huelgas, ni crisis, ni nada. Se acaban los Parlamentos, los Senados, las Cámaras de Representantes, los Consejos de Administración, las tertulias de los cafés y los periódicos. Y el mundo, arreglado.»

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