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P. Juliode Amava, O. F. M. Cap. 71 b) En cuanlo grada : T am bién en este sentido el m inisterio de la p alab ra n u tre la vida cristiana. Y esto ta n to p ara el p red icado r com o p a ra los oyentes. De o tra m anera, la p alab ra, en c u a n to m isterio-sacram ental, tiene un especial poder de santificación; es un a o b ra salv adora, ta n to p o r la finalidad que per­ sigue com o p o r el con ten id o m ismo de la do ctrin a. La verd ad cristian a no puede ser con sid erad a sim plem ente com o un co n ju n to de fó rm u las p a ra creer, con asien to exclusivo en nu estra inteligencia. P o rqu e la fe es u n a v irtud sob re­ n atu ra l que tiene que ver d irectam en te con la vida en tera, p o rq u e la verdad tiene un valor soteriológico, es en sí m isma salvado ra en sen tido perfecto y pleno. P o r eso dice San Pablo que se nos ha d ad o el m inisterio y «la p a la b ra de reconciliación». Y en la m ente del A póstol, este aspecto soteriológico de la p alab ra está tan g rab ado , que frecuentem ente salta a las páginas de sus es­ critos. Es decir, la p alab ra es concebida com o un in strum en to de p rop ag ación de la gracia, p o r lo cual ésta qu ed a ligada en algun a m an era al in strum en to . Esto no ex tra ñ ará a quienes consideren que con to d a ju sticia la llam am os « p alab ra de D ios». Y es p o r con sid erarla dem asiado frecuentem ente com o p a la b ra h um an a, p o r lo que puede p arecer nuevo algo que va incluido en el significado integral de los vocablos tal com o aparecen en los textos prim itivos. c) En cuanto carisma: T iene ú ltim am en te influjo y n u tre la vida de la Iglesia en su aspecto más directam en te social. P o rque la predicación es un carism a que prosigue y p ro lo n g a en la Iglesia el carism a del ap o sto lad o . A nadie que esté al ta n to de los estudios exegéticos hechos en los últimos año s sobre los carism as en la p rim itiv a Iglesia, tal com o se deduce de los escritos neo testam en tario s, llam ará esto la atención. El carism a de la verd ad sigue m anifestándose en el Reino de D ios. A veces de m odo m ilag roso. O tras po r medio de un a prov idencia especial, sea en fo rm a o rd in aria , sea en fo rm a ex tra o rd in aria. En fo rm a ex trao rd in aria, p ara salv agu ard ar la infalibilidad p er­ sonal del R om ano Pontífice; en fo rm a o rd in aria, po r medio de la p redicación carism àtica de los Obispos, y en g rado m enor, de aquello s que c o la b o ra n con ellos (8). De cualqu ier m odo, ju zg am o s que el carism a del a p o sto la d o subsiste, a u n q u e se manifieste de m odo orgánico y m enos ex trao rd in ario . Los carism as en fo rm a m ilagrosa no son necesarios actualm en te de la m ism a m an era que en el siglo p rim ero ; pero esa m anifestación m ilagrosa no pertenece a la esen­ cia del carism a. E sa gracia especial que to d o p red icado r cree tener, y todo (8) P rescindim os de la cu estión discutida sobre el m o d o de recibir con cretam en te esta m isión : si inm ediatam ente de D ios o inm ediatam ente del O b isp o . P rácticam ente hay una fórm u la ju ríd ica qu e resuelve la cu estión som etien d o al O b isp o tod a potestad m agisterial en su diócesis.

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