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P. JuliodeAmaya, O. F. M. Cap. 69 N o pod em os d etenerno s a h o ra a h ac er u n a glosa de este esquem a, que de golpe nos coloca el p rob lem a de la predicación d en tro del m isterio de D ios. P ero no s q u ed a p o r decir, p a ra d eclarar un poco m ás el concepto y la defini­ ción que acabam o s de d ar, que la predicación, en cu a n to m isterio de la p a­ la b ra : revela y p ro lo n g a a C risto , expresa la v id a de la Iglesia y n u tre la vida de los fieles. 1) Revela y prolonga a Cristo: ¿Cómo? Le revela po rque, com o hem os de decir luego, manifiesta su existencia m isteriosa y p articip a de su po d er sote- riológico, convirtiéndo se p o r ello en g loria objetiva del V erbo E n ca rn a d o ; le m uestra en sus a trib u to s teándrico s y le hace p a te n te en la existencia de los hom bres de to d o tiem po y espacio m ediante la fe que in strum entalm en te hace surg ir en las conciencias. Si El, en c u a n to Verbo, es imagen del P adre y esp lendo r de su gloria, fam a del P ad re, h o n o r del P adre, la p alab ra conver­ tid a en predicación es tam b ién esplendor del V erbo en su eficacia y en su fuerza, fam a y h o n o r suyo, que se irá rep itiendo com o un h im no p a ra su gloria p o r todo s los siglos. A dem ás p ro long a a C risto, la P ala b ra en carn ad a. C a d a sacerdote recibe la m isión apo stólica de la p redicación en la Iglesia y p ara la Iglesia, com o u n a p articip ación del trip le p o d er del Señor, que o b ra a través de ella. El p red icad o r es, pues, u n a pro long ación de la p alab ra de Jesús. P odíam o s d e­ cir con Sertillanges qu e es el C risto de sus con tem po rán eo s. Lo m ismo que los p rofetas recibieron su m isión sub o rd in ad o s an ticip ad am en te a Jesús y al Evangelio, y com o u n a p rep aración del mensaje, lo s p redicadores de la N ueva Ley le p ro longan h asta el fin del m undo. Y esto con un poder m ucho m ayor, com o correspond e a la nueva era de gracias que acom p añ a la activi­ d ad cristian a y a la identificación objetiva de su m isión con la de C risto. 2) Expresa la vida de la Iglesia: En p arte, p o rq u e esta vida no es m ás que la m ism a vida de C risto extendida en to d a su in teg ridad en los fieles a trav és de la h istoria. P ero p articu larm en te p o rqu e el p red icad o r es el altavoz del Reino, p o r m edio del cual la Iglesia co n tin ú a su m isión ilum in ado ra sobre el m undo. En esto p en sab a seguram ente S an ta C atalin a cu ando llam ab a a la predicación : «L a adm in istración del Sol.» De aqu í se deduce que en la v ida del p red icad o r debe reflejarse la vida de la Iglesia: él debe sentir con la Iglesia, debe vivir con la Iglesia. C u ando se experim ente p o rta d o r de un tesoro com ún que la Iglesia g u a rd a ; cu a n d o no solam ente se sienta ó rg ano de un pueblo , com o D em óstenes o P itt, sino co n d u c to r de la pasión, y el orgullo d e pertenecer a la raza de D ios y rep resen tan te del R eino que se d esarro lla en la Iglesia y de la vida etern a, su vida h a b rá cam b iado de signo. 3) Nutre la vida de los fieles: E ste aspecto ha sido el más com únm ente aten d id o d en tro de la p rodu cción literaria de tip o ascético, po rqu e se hace

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