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P. Julio de Amaya, O. F. A f. Cap. 67 n ado , que se ram ifica d en tro del C u erp o M ístico. P o r eso en el libro de los H echos, donde se nos describe la h isto ria de la prim itiva Iglesia, y que ha sido llam a d o el Evangelio del apostolado, este a p o sto la d o aparece ya com o una función eclesiástica qu e provien e de C risto, en el que de derecho y de hecho h a ten id o cabal cum p lim ien to ; y ha sido luego en com end ad a a sus c o n tin u a­ dores p a ra cum p lir el designio de D io s: que todo s los hom b res se salven y vengan al conocim ien to de la verdad. La Iglesia h a acep tado com o un a gloria la grave respon sab ilid ad qu e lleva consigo esa m isión p ro fètica, p o rq u e reconoce — p o r boca de Pío X II — que el Evangelio de Jesús tiene el oficio de informar integramente el pensamiento del hombre y toda su actividad teórica y práctica. En efecto: en la Iglesia se en carn a to d o el ap o sto la d o religioso, y en ella y p o r ella recibe cad a p red icado r su p articipación en el m isterio del Logos, rep ro d u cid o análogam en te en la p a la b ra de la Iglesia a través de la historia. D e ahí que el a p o sto la d o de la p alab ra sea u n a relación, en algún sen tido on to lóg ico -sob ren atu ral, que une al pred icado r con C risto , con la Iglesia y con los dem ás hom bres. C on C risto p o r ser an alog ado tem poral del V erbo y asociado a su m isión magisterial ; con la Iglesia, en cu a n to m inistro de la m ism a en la tran sm isión del mensaje revelado a través de los tiem po s; con cada uno de sus herm anos, en cu a n to in strum en to y ocasión de acercam ien to a esa verdad divina, que, últim am ente, sólo C risto volverá eficaz en sus co razones p o r m edio de la gracia. Así el problem a de la p a la b ra enlaza p o r vía histó rica y teológica con el m isterio del Logos, con el m isterio de la revelación y de la fe, con el m isterio de la Iglesia, etc. P ero no con un a conexión extrínseca y accidental, sino — po r vo lun tad expresa de Jesucristo — intrínseca y esencial d en tro de las leyes que rigen la actual econom ía de salvación. C om o un elem ento m ás del m isterio viviente de C risto con funciones determ inad as, ta n to en el estadio im perfecto y tem po ral com o en el estadio perfecto y eterno del reino de D ios. III F O R M U L A S P A R A E L P R O B L E M A Estas consideraciones pudieran extenderse más o m enos inm ediatam en te al lenguaje en general. Pero tratán d o se de un ensayo sobre el m isterio de la p a la b ra en su función apostólica, tenem os que concebirlo casi exclusiva­ m ente desde el p u n to de vista de la predicación. En este sentido, h istó rica­ mente, el p rob lem a ap en as se pod ía p lan tear de o tra m a n era h asta hace bien po co tiem po. A ctualm en te, es indud ab le que puede establecerse en térm inos más

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